viernes, 31 de diciembre de 2010

DEJA YA DE DESEAR¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡.....ESTAS AQUI Y AHORA......


Tan sólo la mente humana se encuentra en un caos, porque todo el mundo suspira por ser alguien distinto. Has estado haciendo esto durante mil y una vidas. Y si ahora mismo no te Despiertas, ¿cuándo crees que vas a Despertar? Estás ya maduro para Despertar. Empieza desde ahora mismo a vivir y a disfrutar y a gozar. ¡Abandona el desear! Seas lo que seas, disfrútalo, complácete en tu ser.
Y entonces, de repente, el tiempo desaparecerá porque el tiempo solamente existe con el desear. El futuro existe porque tú deseas. Entonces serás como los pájaros; escúchalos. Entonces serás como los árboles; observa su frescura, su verdor, sus flores.
Por favor, quédate donde estás. No voy a crear un nuevo deseo en ti; estoy aquí sólo para que te des cuenta del absurdo que supone el desear. Desear es samsar.
Comprender la futilidad del desear, es Iluminarse. El que ha descubierto que es ya aquello que quería ser, es un Buda.
Y todos vosotros sois Budas, por muy dormidos que estéis y muchos ronquidos que deis. Eso no cambia nada.
Déjame ser tu alarma. Abre tus ojos. Ya has dormido demasiado. Es hora de Despertar. La mañana está llamando a tu puerta.
Osho-El Verdadero Sabio

FELIZ AÑO 2011 PARA TODOS¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡


¡Mantente alerta! ¿Lo ves? Es fácil verlo; no estoy teorizando al respecto, no soy un teórico. Te estoy señalando sencillamente un hecho real y simple: si puedes vivir en este momento, sea el que sea, y olvidarte del futuro, de las metas, de la idea de convertirte en alguien distinto, de inmediato el mundo que te rodea es transformado; te conviertes en un agente de transformación.
Aceptación... una profunda y total aceptación... de eso es de lo que trata la religión.
A quiere convertirse en B; B quiere convertirse en C. Y entonces la fiebre del "llegar a ser" es creada.
Tú no eres algo en un proceso de llegar a ser; tú eres un ser. Eres ya aquello que puedes ser, aquello qué podrás ser; eres ya eso. No hay que hacer nada contigo; eres un producto acabado. Éste es el significado que le doy a la historia de que Dios creó al mundo: cuando lo perfecto crea, la creación es perfecta. Cuando Dios crea, ¿cómo vas a mejorarlo? Piensa en ese absurdo, la idea misma es absurda. Estás tratando de mejorar a Dios; no puedes mejorarlo. Puedes ser un desgraciado; eso es todo.
Osho-El Verdadero Sabio

jueves, 30 de diciembre de 2010

ME GUSTARIA QUE PERMANECIERAS........

Me gustaría que estuvieras centrado en ti mismo para que nada te perturbara, para que nada te distrajera, para que todo lo que sucediera a tu alrededor fuera como un sueño y tú permanecieras arraigado en tu ser. Y esto sólo puede ser hecho de una forma: yo he de permanecer absolutamente asentado en mí mismo; vosotros no habéis de ser una distracción. No he de tener en cuenta lo que hagáis; lo único que he de tener en cuenta es lo que mi verdadera naturaleza pueda obrar de forma espontánea.
Y sé que si mi amor no puede transformarte, tampoco lo hará mi ira, porque el amor es una fuerza superior a la ira. Si mi compasión no puede ayudarte, nada te ayudará. Cuanto más alerta estés, más lo percibirás. Eres capaz de soportar mi ira fácilmente; estás condicionado para eso. Pero no puedes soportar la compasión; lo que digo te golpea en lo más hondo y profundo.
Osho-El Verdadero Sabio

viernes, 10 de diciembre de 2010

NO LO LLAMES INCERTIDUMBRE...LLAMALO PRODIGIO...NO LO LLAMES INSEGURIDAD...LLAMALO LIBERTAD¡¡¡¡¡¡¡¡¡

 
NO  LO  LLAMES  INCERTIDUMBRE,  LLÁMALO  PRODIGIO
NO  LO  LLAMES  INSEGURIDAD,  LLÁMALO  LIBERTAD



NO ESTOY aquí para darte un dogma. Un dogma te da seguridad. No estoy aquí para hacerte una promesa para el futuro, cualquier promesa para el futuro te da seguridad. Simplemente estoy aquí para que estés despierto y seas consciente, es decir, para que estés aquí y ahora con toda la inseguridad que tiene la vida, con toda la incertidumbre que tiene la vida, con todo el peligro que tiene la vida.
Sé que has venido aquí buscando certidumbres, credos, algún «ismo», algún sitio al que pertenecer, alguien en quien confiar. Vienes aquí a consecuencia de tu miedo. Estás buscando una especie de hermosa prisión para poder vivir sin conciencia.
Me gustaría darte más inseguridad, más incertidumbre, porque la vida es así, Dios es así. La única forma de responder cuando hay más inseguridad y peligro es con consciencia.
Hay dos posibilidades. O cierras los ojos y te vuelves dogmático: católico, hinduista o musulmán... entonces, te conviertes en un avestruz. Eso no cambia tu vida, simplemente te tapa los ojos. Te vuelve estúpido, te vuelve poco inteligente. Con tu poca inteligencia te sientes seguro; todos los idiotas se sienten seguros. De hecho, sólo los idiotas se sienten seguros. Un hombre realmente vivo siempre se sentirá inseguro. ¿Qué seguridad puede tener?
La vida no es un proceso mecánico, no puede ser segura. Es un misterio impredecible. Nadie sabe qué va a pasar en el momento siguiente. Ni siquiera Dios, que supones que está por ahí en el Séptimo Cielo, ni siquiera él ‑si es que está por ahí‑, ¡ni siquiera él sabe lo que va a pasar!... Porque si supiera lo que va a pasar la vida sería falsa, todo estaría escrito de antemano, y todo estaría determinado de antemano. Si el futuro no está determinado, cómo puede saber lo que va a ocurrir a continuación? Si Dios supiese lo que iba a ocurrir en el momento siguiente, la vida sólo sería un proceso mecánico, inerte. No habría libertad, ¿y cómo puede existir la vida sin libertad? No habría ninguna posibilidad de crecer, ni de no crecer. Si todo está predestinado de antemano, no habrá gloria ni grandeza. Entonces sólo seréis robots.
No, no hay nada seguro. Éste es mi mensaje. No puede haber nada seguro porque una vida segura es peor que la muerte. No hay nada seguro. La vida está llena de incertidumbres, llena de sorpresas, ¡ésa es su belleza! Nunca llegas a un punto en el que puedas decir: «Ahora, estoy seguro.» Cuando dices que estás seguro estás proclamando tu muerte; te has suicidado.
La vida continúa con mil y una incertidumbres. Eso es libertad. No lo llames inseguridad.
Puedo entender por qué la mente llama «inseguridad» a la libertad... ¿Has estado alguna vez en la cárcel durante unos meses o unos años? Si un prisionero está unos cuantos años en la cárcel, cuando llega el día de su libertad, empieza a sentirse inseguro acerca del futuro. En la cárcel todo estaba garantizado; todo era una rutina sin vida. Le servían la comida, le daban protección; no tenía miedo de pasar hambre al día siguiente y que no hubiera comida; nada de eso, todo estaba garantizado. Ahora, de repente, después de tantos años, cuando llega el carcelero y le dice: «Ahora serás puesto en libertad», empieza a temblar. Al salir de los muros de la prisión volverá a tener incertidumbres; tendrá que volver a buscar y rebuscar; tendrá que volver a vivir en libertad.
La libertad da miedo. La gente habla de la libertad, pero tiene miedo. Y un ser humano no será un ser humano mientras siga teniendo miedo a la libertad. Os doy libertad, no os doy seguridad. Os doy comprensión, no os doy conocimiento. El conocimiento te dará seguridad. Si te doy una fórmula, una fórmula determinada: que hay un Dios, un Espíritu Santo y su único hijo, Jesús; que hay un Cielo y un Infierno, que estas acciones están bien y ésas están mal; si cometes un pecado iras al Infierno, si haces lo que llamo buenas acciones irás al Cielo ‑¡y se acabó!‑ entonces, estarás seguro. Por eso hay tantas personas que han decidido ser cristianos, musulmanes o jainistas, porque no quieren ser libres, quieren una fórmula fija.


De repente, se estaba muriendo un hombre tras un accidente de coche. Nadie sabía que era judío, de modo que llamaron a un sacerdote católico. El sacerdote se reclinó junto al hombre ‑el hombre se estaba muriendo, eran los últimos estertores de la muerte y el sacerdote dijo: ‑¿Crees en la Santa Trinidad: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo?
El hombre abrió los ojos y dijo: ‑Estoy aquí a punto de morirme... y ¡él está jugando a los acertijos!


Cuando la muerte llama a tu puerta, todas tus convicciones no serán más que absurdos acertijos. No te aferres a ninguna convicción. La vida es incierta, la misma naturaleza de la vida es la incertidumbre. Y la persona inteligente siempre está insegura.
La propia disposición de mantenerse en la incertidumbre es valentía. Esta disposición de estar en la incertidumbre es confianza. Una persona inteligente es aquella que permanece alerta en cualquier situación, que responde a las situaciones con todo su corazón. No es que sepa lo que va a ocurrir; no es que sepa, «si haces esto sucederá aquello». La vida no es una ciencia; no es una cadena de causa y efecto. Cuando calientas agua hasta los 100 'C, se evapora, eso está garantizado. Pero en la vida real, no hay nada tan seguro como eso.
Cada individuo es una libertad, una libertad desconocida. Es imposible predecirlo, imposible imaginárselo. Hay que vivir estando despiertos y con comprensión.
Vienes a verme en busca de conocimiento, quieres fórmulas fijas para poder aferrarte a ellas. Yo no te las doy. En realidad, si tienes alguna, ¡te la quito! Poco a poco, voy destruyendo tus convicciones y, poco a poco, te voy volviendo cada vez más indeciso; poco a poco te voy volviendo más inseguro. Eso es lo único que hay que hacer. ¡Esto es lo único que tiene que hacer un maestro! Dejarte completamente libre. Totalmente libre, con todas las posibilidades abiertas, sin nada fijo... tendrás que estar despierto, no puedes hacer nada más.
Esto es lo que llamo comprensión. Si comprendes, la inseguridad es una parte intrínseca a la vida, y está bien que sea así, porque transforma la vida en libertad, la convierte en una sorpresa constante. Nunca se sabe lo que va a suceder. Te mantiene permanentemente maravillado. No lo llames incertidumbre, llámalo prodigio. No lo llames inseguridad, llámalo libertad.

OSHO-CORAJE

TAO LOS TRES TESOROS.....OSHO

CONQUISTANDO EL
MUNDO MEDIANTE LA
INACCIÓN

13 Agosto 1975 am

In Buddha Hall

Lao Tse dice:

El erudito busca constantemente incrementar sus conocimientos;
el que estudia el Tao busca disminuirlos día a día.
A través de esta constante disminución alcanza la no-acción.
A través de la no-acción, todo es realizado.
Aquel que conquista el mundo suele hacerlo sin hacer nada.
Cuando uno se ve forzado a la acción,
el mundo se encuentra fuera de su alcance.

¿Qué es “conocimiento”? ¿Por qué Aquellos-que-han-Despertado están completamente en su contra?
Acumular conocimientos es un truco para luchar contra la Existencia. La erudición es una herramienta en manos del ego. Acumular conocimientos es un conflicto: la parte está intentando conquistar el Todo descubriendo sus secretos. El conocimiento es la fantasía fundamental del ego… al igual que el dinero, al igual que el poder, también lo es el conocimiento. Pero es más peligroso que el dinero, más peligroso que el poder, porque el conocimiento es más sutil.
He de contarte la antigua historia bíblica de la expulsión de Adán del Paraíso. Esa parábola tiene significados multidimensionales. Uno de esos significados es “lao-tsiano”: Dios creó el mundo y le dijo a Adán que no comiera la fruta del árbol del Conocimiento… pero ¿por qué particularmente del árbol del Conocimiento? Parece absurdo. Si hubiera prohibido a Adán matar, lo entenderíamos; si hubiera prohibido a Adán el sexo, entonces todas las religiones del mundo lo habrían entendido. Pero Dios ni prohibió el sexo ni la violencia, sino el conocimiento. El conocimiento parece ser el pecado original. Pero ¿por qué lo prohibió Dios? ¿Por qué es peligroso el conocimiento? Porque el esfuerzo mismo por desvelar los secretos supone una agresión. La mayor agresión. El esfuerzo mismo es violencia. Y tus esfuerzos por saber, revelan que estás dispuesto a pelear. Si no fuera así, ¿para qué querrías el conocimiento?
No es que Dios lo prohibiera. Ayer te dije que a Dios le encantan las historias. Ahora debo decirte que el mismo Dios forma parte de una hermosa historia. Dios es la parábola más bonita. En ninguna parte existe nada como Dios. No Lo busques, porque Lo estarás buscando en vano. Nunca Lo encontrarás. Dios es una parábola… ¡pero hermosa! Te descubre muchas cosas. Pero no las entenderás si crees que Dios es una persona. Dios no es una persona.
Sucedió:
Una vez asistí a un gran diálogo filosófico. Estaba sentado en la casa de un hombre rico, en su bonito salón; él no paraba de hablar, pero entonces sonó el teléfono en la habitación de al lado y tuvo que dejarme. Y fue una suerte que tuviera que salir porque si no, me habría perdido este gran diálogo.
Junto a mí había una gran pecera y dos carpas doradas nadaban en ella. La más joven, de repente, se detuvo y preguntó a la otra:
-¿Crees en Dios?
La más joven parecía una gran filósofa, una buscadora. La mayor, como si fuera su gurú, le dijo:
-Sí. ¿Quién crees que nos cambia el agua todos los días? Si Dios no existe, ¿quién es el que nos cambia el agua todos los días?
Todas las ideas sobre Dios son algo así: “¿Quién crees que ha creado el mundo? ¿Quién supones que sigue controlando el mundo, dirigiendo el mundo?...”. son sólo mentes limitadas, pequeñas conceptualizaciones. Dios no es un concepto; es una parábola.
Cuando digo: “Dios prohibió”, recuerda que no me refiero a que “alguien prohibiera algo. Simplemente refleja una manera de expresar que la Existencia prohíbe el conocimiento. La Existencia permite la inocencia y prohíbe el conocimiento porque en la inocencia la parte se une al Todo, permanece unida al Todo, es una con el Todo… y en el instante en que empieza a acumular conocimientos, surge el ego, cristaliza el ego. Ahora la parte deja de fluir con el Todo; ahora posee su propia mente: elige hacer ciertas cosas y no hacer otras; ahora tiene sus propias opciones, ahora tiene sus propias preferencias y rechazos.
Éste es el significado de la historia: de repente, Adán y Eva fueron expulsados del Paraíso.
Te debes de haber preguntado dónde estaba ese Paraíso. No es un lugar geográfico; es un estado psicológico mental. La inocencia es el paraíso; el conocimiento es la expulsión.
Todo niño nace como Adán o Eva: en el paraíso. Pero entonces empezamos a enseñarle cosas, empezamos a condicionarlo. Toda la gente, todos los maestros que lo condicionan, todas esas personas que intentan convertir al niño en un almacén de conocimientos son la serpiente que convenció a Eva de que comiera el fruto del árbol del Conocimiento para así convertirse en Dios, para tener su propio centro al igual que Dios tiene su centro. Si sabes cosas, te convertirás en algo distinto de lo que eres.
Todo conocimiento es una seducción para convertirte en algo que no eres. Es el conocimiento el que está creando el futuro, es el conocimiento el que está creando en ti el deseo de convertirte en algo que no eres.
“Inocencia” es disfrutar de lo que eres: “conocimiento” es esforzarse por ser lo que no eres.
Esa serpiente fue la primera maestra del mundo. Esa serpiente creó una brecha. Esa separación se formó entre el “ser” y el “llegar a ser”. Todo conocimiento crea esta brecha entre tu ser y tu “llegar a ser”. Crea un sueño, crea un espejismo, una ilusión: podréis llegar a ser como los dioses. Pero no sois dioses ni podréis convertiros en dioses. La inocencia dice que ya “eres”, que no necesitas “llegar a ser”. Lo contrario no es posible. Formas parte del Todo, posees las mismas cualidades que posee el Todo; eres santo. La inocencia dice que ya eres eso. No has de hacer nada. Simplemente tienes que disfrutarlo y celebrarlo y sentirte feliz por ello. El conocimiento te dice: “Tal y como eres, estás condenado. No eres nada. Tienes que llegar a ser como los dioses. ¡Inténtalo! ¡Esfuérzate! ¡Actúa! ¡Disciplínate!”.
Recuérdalo: el día en que el niño empieza a pensar en el futuro, pierde su inocencia. Sólo hasta ese momento         –mientras disfruta del presente- sigue siendo un niño, inocente, incorrupto en su ser. El “llegar a ser” aún no ha surgido en él; todavía está en el paraíso… Y el paraíso no es nada. El paraíso es la capacidad de disfrutar por ti mismo aquí y ahora. Ya estás en el paraíso; sin embargo, lo has perdido porque no sabes disfrutar aquí y ahora. Piensas y haces planes para el futuro, para cuando seas como los dioses. Entonces lo disfrutarás.
El conocimiento crea el futuro, el conocimiento crea el deseo; el conocimiento crea el “llegar a ser”, el conocimiento es samsara, la rueda. Cuando estás en la rueda das vueltas y más vueltas sin llegar a ninguna parte. El conocimiento es el mundo. Cuando Jesús dice: “Mi reino no es de este mundo”, se refiere al mundo del “llegar a ser”. No se refiere a este mundo, al mundo de los árboles y los pájaros que cantan, de la lluvia que cae, del cielo y las nubes, no. Al decir “este mundo” no se refiere al mundo que te rodea; se refiere al mundo que rodea tu mente y tu ser, al mundo del “llegar a ser”, al mundo del deseo, lo que Buda llama tanha: el deseo de ser distinto de lo que eres.
Y eso es imposible. Vivirás en un infierno constante. Sólo puedes ser lo que ya eres; sólo eso. Estás intentando algo sencillamente imposible. No puedes ser distinto de quien eres. ¿Cómo vas a serlo? Una rosa intentando ser un loto, un loto queriendo ser otra cosa… pero no son tan tontos. Todavía forman parte del paraíso. El rosal que hay junto a ti todavía está en el paraíso, pero tú no. El niño sentado junto a tu lado puede que todavía esté en el paraíso, pero no tú. Yo estoy aquí, ante ti… y en el paraíso, pero tú no. El paraíso no es un lugar geográfico; es un espacio interior.
El conocimiento crea la brecha, adultera la inocencia, te vuelve viejo. Si no fuera por él, siempre serías como un niño. Y cuando Jesús dice –y está absolutamente en lo cierto- que “a menos que te vuelvas como un niño no entrarás en mi reino de Dios”, te da la llave secreta para abrir de nuevo las puertas –ahora cerradas- del paraíso.
El conocimiento es el que te expulsa, no Dios. No hay ningún Dios; simplemente es una manera de decir lo mismo. Para expresarlo más sencillamente utilizamos parábolas que sí puedes entender. En el momento en que empiezas a acumular conocimientos, automáticamente te autoexpulsas. Nadie te expulsa. Y en el instante en que te desprendes de tus conocimientos y te vuelves, de nuevo, inocente, eres aceptado. Nadie te acepta.
El conocimiento es un truco para luchar contra el Todo. Y ¿cómo vas a luchar contra el Todo? Será como una gota del océano luchando contra el océano. Será un infierno, un completo, un continuo sufrimiento. ¿Cómo va la gota a luchar contra el océano? Puede intentarlo, pero no hay ninguna posibilidad de que venza al Todo. Siempre será derrotada. Y eso es el infierno: siempre será derrotada, siempre perderá, siempre fracasará.
Y Lao Tse dice: “El conocimiento es el único pecado”. Y los que han despertado a su propia inocencia interna dicen lo mismo. Deshazte de todo conocimiento y vuélvete de nuevo inocente y cándido. Recobra tu niñez perdida y de repente te habrás convertido en un sabio, en un santo. No te falta nada. Salvo este deseo de convertirte en otro, nada obstaculiza tu camino.

El erudito busca constantemente incrementar sus conocimientos;
el que estudia el Tao busca disminuirlos día a día.

Aquellos que buscan conocimientos se centran por completo en saber más y más. Van acumulando conocimientos y cuantos más acumulan, más cargados están. Mira a tu alrededor: todos parecen llevar una carga muy pesada, todos parecen aplastados por lo que han atesorado. Sufren, pero siguen aferrándose a ellos porque los consideran de gran valor.
Si te observas a ti mismo te sorprenderá descubrir cómo te aferras a tu agonía; continúas deseando que, en alguna parte, algún día, surgirá el éxtasis… pero sigues aferrado a tu agonía sin deshacerte nunca de ella. Recuérdalo: ella no se está aferrando a ti; no puede aferrarse a ti. El conocimiento no puede aferrarse a ti; tú te aferras a él. No sólo te aferras, sino que lo vas aumentando, lo ayudas a crecer cada vez más.
Dice Lao Tse:

El erudito busca constantemente incrementar sus conocimientos…

Todo su interés se centra en aprender más, en acumular más, en saber más. Y cuanto más sabe, menos es por dentro, porque va perdiendo el rastro de su ser. Se convierte en un cúmulo de información, un basurero, y es incapaz de verse a sí mismo, de ver dónde se encuentra. Está perdido en la selva de sus propios conocimientos.

… el que estudia el Tao busca disminuirlos día a día.

Aquel que estudia el Tao, el que busca la Verdad y no los conocimientos, el que busca el ser y no el “llegar a ser”, es sencillamente lo contrario. Es justo lo opuesto. Cada día disminuye más y más, se descarga, se va aligerando. Sólo quiere aprender a “des-aprender”. Lo único que le interesa es cómo aligerarse por completo.

Un filósofo alemán fue a ver a Ramana Maharshi. Había estado viajando durante mucho tiempo y debía de haber reflexionado mucho sobre lo que le iba a preguntar.
Cuando llegó ante Ramana, le dijo:
-He venido para sentarme a tu lado, para aprender muchas cosas.
Ramana lo miró con profunda compasión y le dijo:
-Entonces te has dirigido a la persona equivocada porque aquí sólo enseño a “des-aprender”. Si has venido a aprender, has venido al lugar equivocado. Ve a otra parte. Pero si estás dispuesto a “des-aprender”, si eres lo suficientemente maduro para “des-aprender”, entonces puedes quedarte.

Tenía razón. Te acercas a un sabio para “des-aprender”. Cuando estás harto de lo que has aprendido; cuando has aprendido mucho sin ganar nada; cuando sabes mucho te encuentras perdido entre tus conocimientos; cuando sabes mucho, pero te has olvidado por completo de quién eres; cuando sabes mucho sobre lo innecesario y no sobre lo esencial; cuando has perdido el conocimiento esencial sobre tu propio ser, entonces acudes a un sabio para “des-aprender”. Y ésa es la entrega más sublime. Es fácil entregar tus riquezas porque son exteriores a ti. Los ladrones pueden arrebatártelas, pueden hurtártelas. No es algo que forme parte de ti; ¡te son ajenas! Fácilmente puedes abandonarlas. Pero tu conocimiento es un fenómeno interno: se desarrolla en tu interior, corre por tu sangre, se convierte en parte de tus huesos, en parte de tu propia médula. Es difícil entregarlo.
Es fácil aprender, pero es muy, muy difícil “des-aprender”. ¿Cómo vas a “des-aprender” algo que has aprendido? Es muy, muy difícil dejar de saber algo. ¿Cómo vas a hacerlo? Está profundamente arraigado en ti. A menos que trasciendas la mente –porque estás identificado con la mente- no podrás conseguirlo porque creerás que forma parte de ti. Crees que tu conocimiento es tu ser… ¡Sal de ahí! todas las meditaciones no son más que técnicas para salir de la mente, para distanciarte un poco de la mente, para apartarte y “des-identificarte” de ella, para trascender a la mente, para convertirte en un observador sobre la colina presenciando lo que está pasando en la mente.
Sólo cuando te has distanciado de tu mente existe la posibilidad de abandonar, de deshacerte del conocimiento, de “des-aprender”.

… el que estudia el Tao busca disminuirlos día a día.

Ésa es su ganancia. Gana perdiendo día a día; ése es su aprendizaje. Aprende “des-aprendiendo” día a día. Y llega un momento en que es, de nuevo, un niño, sin saber nada. Llega un momento en que entra de nuevo en el paraíso. Ha probado el amargo fruto del conocimiento, pero ha descubierto que no vale nada. El conocimiento es una gran estupidez. Ha descubierto eso y ahora entra de nuevo en el paraíso. Ahora ninguna serpiente podrá seducirlo. Ha madurado; es inocente, pero maduro. Es un niño: inocente, pero alerta, despierto, consciente. Ahora ha alcanzado una pureza mayor, porque una pureza sin conciencia no es duradera. Alguien la corromperá… y, si no es otro, tú te corromperás a ti mismo, porque no estás atento.
Adán tuvo que ser expulsado del jardín del Paraíso. Él era absolutamente inocente. Por una parte era como Buda: inocente; por una parte era como Jesús: inocente; pero por otra, carecía de conciencia.
Adán es el comienzo; Jesús es el final. Adán es una mitad; Jesús está completo. La otra mitad se ha vuelto consciente. Ahora Jesús es incorruptible. No sólo es puro, sino también incorruptible. Ahora, su inocencia es absoluta.

… el que estudia el Tao busca disminuirlos día a día.
A través de esta constante disminución alcanza la no-acción.

Esto es muy sutil. Presta tanta atención como puedas. Sé tan meditativo como te sea posible. Puede que no sepas que la palabra meditación procede de la misma raíz que “medicina” y “médico”, y que su significado original era “técnica para volverse uno”, “técnica para sanarte”. La medicina es medicinal, y, análogamente, la meditación también es medicinal. Te “re-unifica”, te integra, te devuelve la salud.
Presta atención y escucha tan meditativamente como te sea posible. Cuando escuchas meditativamente, comprendes; cuando escuchas concentrado, aprendes. Si escuchas concentrado, aumentarás tus conocimientos; si lo haces meditativamente, los perderás. Y la diferencia es muy sutil. Cuando escuchas con atención, esa atención implica una tensión; implica que estás tenso, excesivamente ávido por aprender, por absorber, por saber. Te interesa el conocimiento. La concentración es el camino hacia el conocimiento; la mente, focalizada en un objeto, aprende más.
La meditación es la mente “des-focalizada”. Simplemente escuchas en silencio, sin tensión en la mente, sin urgencia alguna por saber o aprender; con una relajación total, dejándote llevar, abriendo tu ser. Escuchas, pero no para saber; escuchas simplemente para comprender. Son maneras diferentes de escuchar. Si estás intentando adquirir conocimientos, entonces querrás memorizar lo que te estoy diciendo. En tu interior vas repitiéndolo; en tu mente vas tomando notas, escribiendo en tu memoria, tratando de afianzarlo profundamente en ti para que no se te olvide. Entonces se convertirá en conocimiento.
Y la misma semilla podría haberse convertido en un “des-aprendizaje”, en comprensión: simplemente escuchando, sin tener interés por acumularlo, sin tener interés por retenerlo en tu memoria, en tu mente. Sencillamente escuchas estando abierto, como si escucharas música, como si escucharas a los pájaros cantando en los árboles, como si escucharas el viento pasando por entre los pinos, como si escucharas el sonido del agua de una cascada… sin nada que recordar, sin nada que memorizar, sin escuchar con una mente de papagayo. Simplemente escuchando en ausencia de toda mente. Ese escuchar es hermoso, extático. No tiene metas; en sí mismo es extático, puro gozo.
Escucha meditativamente, sin concentrarte. Todas las escuelas y todas las universidades, enseñan concentración, porque la meta es memorizar las cosas. Aquí la meta no es memorizar, la meta no es aprender nada; la meta es “des-aprender”.
Escucha en silencio… y no creas que te olvidarás. No hay ninguna necesidad de recordar nada; sólo has de esforzarte por recordar la basura porque siempre tratas de olvidarte de ella.
Siempre que escuches la Verdad no habrá necesidad alguna de recordarla porque no puede ser olvidada. Puede que no recuerdes las palabras, pero recordarás la esencia… y eso no formará parte de tu memoria, sino parte de tu ser.
Aquí te estoy diciendo algo. Aquí, Lao Tse te está diciendo algo a través de mí para revelarte una parte de tu ser oculto. No te está atiborrando con nueva información; simplemente te está desvelando, redescubriendo, proporcionándote simplemente un vislumbre de tu propio ser.

A través de esta constante disminución alcanza la no-acción.

El conocimiento es un “hacer”, un conflicto, una lucha. Es lo que Darwin denomina “supervivencia del más apto”. Es luchar contra la naturaleza, es una guerra constante del hombre contra el Todo. ¡Qué estupidez! Pero es así.
Cuando quieres aprender algo realmente estás intentando aprender a “hacer” algo. Todo conocimiento es pragmático, práctico. Quisieras convertirlo en una práctica, hacer algo con él, pues si no dirás: “¿Por qué aprender? ¿Para qué?”. Siempre aprendes algo previniendo que te será útil.
Por eso, en un mundo pragmático, empírico, las artes, lentamente van desapareciendo. Nadie puede escuchar poesía, nadie quiere escuchar música, porque la pregunta es: ¿qué puedes “hacer” con eso? ¿puedes ganar dinero con ello? ¿Puedes adquirir poder a través de ello? ¿Qué puedes hacer? ¿Puedes reparar un automóvil escuchando música? ¿Puedes construir una casa? No, no puedes utilizarla. La música no es práctica, no tiene una “utilidad”…¡y ésa es su belleza!
La vida entera es no-utilitaria. No tiene ningún propósito, no va hacia ninguna parte. Simplemente es aquí, sin encaminarse hacia ninguna parte. No tiene metas a las que llegar, no tiene destino. ¡Es un juego cósmico! Los hindúes la llaman “lila”, un juego… como los niños jugando sin metas a la vista; el jugador es, en sí mismo, la meta. Disfruta jugando, gozan, son felices… ¡nada más! El aprender siempre tiene como meta “hacer” algo. Es una técnica para convertirte en un gran “hacedor”. Si sabes más, puedes hacer más. Y entonces, ¿para qué sirve el des-aprender? Para convertirte en un no-hacedor.
Poco a poco empezarás a no saber nada y a ser incapaz de “hacer” nada. Poco a poco, a medida que el conocimiento desaparezca de ti, también desaparecerá el “hacer”. Empezarás a “ser”; entonces podrás “ser”, pero no serás un “hacedor”. Y no quiero decir que no vayas a hacer nada; incluso un Buda tiene que pedir limosna, incluso un Lao Tse ha de buscar la manera de obtener pan y mantequilla y cosas así. Cuando llovía tenía que buscar cobijo y… Vivió una larga vida; llevó una vida muy saludable. No, no quiero decir que no “hagas”; quiero decir que te conviertes en un “no-hacedor”. Las cosas empiezan a suceder. No las provocas; suceden. El hacedor, el manipulador, desaparece, se disuelve, se esfuma. Y con el hacedor desaparecido, el ego deja de existir.
La gente viene a mí y me pregunta: “¿Cómo podemos entregar el ego?”. No puedes entregar el ego. Si el ego está ahí, ¿quién será el que se entregue? Es el ego el que pregunta, es el ego el que trata de averiguar cómo entregarse.
Puedes inclinar la cabeza, puede poner la cabeza a mis pies y decir: “Me entrego”, pero eso es lo que te estoy diciendo que has de entregar. Ahora, eso sobrevivirá alimentándose de la entrega misma. Irás y le dirás a la gente: “Me he entregado totalmente a mi Maestro. Mi “yo” ya no existe”. Pero el “yo” pervive por mucho que proclame lo contrario. Se manifiesta a través de todo: de la entrega, a través de la renuncia.
No, no puedes entregar el ego. Pero si empiezas a des-aprender, un día, de repente, descubrirás que el ego nunca ha existido. En primer lugar, nunca existió y estabas preguntando una estupidez: “¿Cómo lo he de entregar?”. Desde el comienzo mismo nunca existió, nunca ha existido. De repente empiezas a mirar dentro de ti y no lo encuentras; ni siquiera el más ligero rastro de él. Nunca ha existido. Es un falso concepto que surge del “hacer”.
De manera que es un proceso: el conocimiento te ayuda a convertirte en un “hacedor”. Entonces, cuando eres un “hacedor”, adquieres un centro –evidentemente, un falso centro; no puede ser uno verdadero porque no estás separado de la Existencia-. Un verdadero centro sólo sería posible si pudieras existir separado de la Existencia. ¿Puedes existir independientemente? ¿Puedes existir sin el aire que te rodea? ¿Puedes existir sin respirar? ¿Puedes existir sin que el sol te suministre continuamente vida y energía? ¿Puedes existir sin árboles que te den frutos continuamente? ¿Sin que la tierra te ofrezca sus cosechas? ¿Puedes existir sin estrellas ni luna? No, no puedes. No puedes existir independientemente.
Entonces, ¿cómo puedes decir que posees un centro? Sólo el Todo puede tener un centro. De hecho, sólo el Todo puede permitirse decir “Yo”, nadie más.
Sin embargo, al ir disminuyendo tu conocimiento, desmantelas toda la estructura. Pero comienza desde la base. La base es el conocimiento. Deshazte de los cimientos, abandona la base y la casa empezará a desplomarse. La casa pertenece al “hacer”. Los cimientos son los conocimientos, la casa es el “hacer” y dentro de la casa vive algo parecido a un imaginario fantasma: el ego.
Cuando los cimientos desaparecen, la casa de desploma. Cuando la casa se desploma, de repente te das cuenta de que nadie vivía allí. La casa siempre ha estado vacía. Es simplemente una idea, una fantasía. Era simplemente un sueño mental, una pesadilla.

A través de esta constante disminución alcanza la no-acción.
A través de la no-acción, todo es realizado.

Éste es el secreto. No haciendo nada, todo es hecho. Todo está ya haciéndose. Tú, innecesariamente te entrometes, causando mucho alboroto. Sin ti, todo va lo más perfectamente que podría ir.
Una vez lo descubres, te deshaces del “hacedor”, te vuelves parte del flujo, fluyes con el río sin ni siquiera nadar. Ahora mismo estás intentando ir río arriba y, claro, te sientes cansado, notas que estás siendo derrotado. Nadie está intentando derrotarte; el río no está intentando vencerte. De hecho, el río se ha olvidado por completo de que existes. Y es una gran suerte para él, pues si no se volvería loco al saber de tu existencia, si supiera que existes. ¡Hay tantos y tantos locos! No, el río es completamente ajeno a esto, felizmente ignorante de que existes, de que estás intentando ir río arriba.
Sucedió:

En un día parecido al de hoy, lluvioso, el río que pasaba por el pueblo se había desbordado.
De repente, alguien llegó corriendo a la casa de Mulla Nasrudin y le dijo:
-Nasrudin, ¿qué estás haciendo aquí? ¿No te has enterado? ¡Tú esposa se ha caído al río! ¡Ve a rescatarla!
Nasrudin empezó a correr. Nadie habría supuesto que fuera tan rápido porque todos los maridos quieren, en cierto modo, que sus esposas se ahoguen en algún río. Eso es perfecto. Y todos en el pueblo sabían que no se llevaban bien, que todo iba mal con los dos continuamente peleándose, de manera que aquello era una bendición, una gracia del cielo… pero Mulla Nasrudin corrió muy rápido. ¡Nunca se habrían imaginado que la amara tanto!
Se metió en el río y empezó a bracear, a luchar contra el río, nadando a contracorriente. La gente le decía:
-¿Qué estás haciendo? ¡Qué tonto eres! ¡El río se ha llevado a tu esposa corriente abajo! ¿A dónde vas tú?
Nasrudin les dijo:
-¡Callaos! Conozco bien a mi esposa. Ella siempre irá contracorriente; no puede ir a favor de la corriente. Ésa no es su naturaleza.

Todo el mundo va contracorriente intentando luchar contra el río. ¿Por qué? Porque al luchar puedes generar el concepto de ego. En el desafío, en la resistencia, puedes crear la noción de “ego”. Si dejas de luchar y fluyes con la corriente, poco a poco descubrirás que “tú” no eres. Por eso a la gente le encantan los desafíos; la gente ama el peligro, la gente quiere luchar. Si no hay nadie con quien luchar, crearán una cosa u otra con la que pelear, porque sólo la lucha puede sustentar su ego. ¡Y tiene que ser mantenido continuamente! Es como una bicicleta: pedaleas y no puedes dejar de pedalear pues, si no, caerás. Tienes que pedalear continuamente. El ego necesita tu pedaleo continuo. A cada instante has de luchar con algo. Una vez dejas de luchar, descubres de improviso que la bicicleta ha desaparecido. El ego no puede existir sin lucha.
El aprender ayuda al hacer; el hacer ayuda a luchar; la lucha crea al ego. Éste es el sistema, la ciencia. Y de esto es de lo que trata la religión. Deshazte del conocimiento, olvídate de él; vuélvete inocente como un niño. De repente te darás cuenta de que las cosas están cambiando. Ahora no eres un “hacedor”. Cuando no eres un “hacedor” no es que las cosas dejen de suceder; continúan sucediendo. “Tú” eres lo irrelevante. Cuando el “tú” no era, las cosas sucedían: amanecía como amanece ahora…

¿Has oído hablar de una vieja que vivía en un pequeño pueblo y que creía que el sol salía gracias a ella? Tenía muchos gallos y justo antes de que el sol saliera empezaba a cantar, a armar jaleo. Ella creía que el sol salía gracias a aquellos gallos. Era una conclusión lógica. En cuanto empezaba a cantar, sin falta, de inmediato, el sol empezaba a asomarse. Nunca sucedía al revés. Y les dijo a sus vecinos:
-El sol sale gracias a mí. En cuanto deje este pueblo viviréis en la oscuridad.
Ellos se rieron. Enfadada, abandonó el pueblo con todos sus gallos y se fue a otro pueblo. Y claro, por la mañana salió el sol y ella se rió diciendo:
-¡Ahora se darán cuenta! ¡Ahora está amaneciendo en este pueblo! Ahora gemirán y llorarán y se arrepentirán, pero no regresaré.

Todo ha estado sucediendo sin ti. Todo ha sido perfecto sin ti. Cuando no estés aquí todo será tan perfecto como siempre. Pero tú no lo crees así porque si lo hicieras tu ego desaparecería. Todo continúa cuando el “hacedor” desaparece.

A través de la no-acción, todo es realizado.

Las cosas suceden debido a que el Todo está actuando. Y cuando no luchas, te conviertes en un vehículo del Todo, en un instrumento, en una flauta, hueco por dentro. Y el Todo sigue cantando a través de ti. A cada instante, mejores canciones sonarán a través de ti. Incluso ahora, a pesar de ti, surgen a veces. En ocasiones sientes un súbito silencio descendiendo sobre ti. No sabes de dónde viene. Es como llovido del cielo. Surge porque, de algún modo, en ese momento te olvidaste de luchar. Te olvidaste –puede que estuvieras cansado-… te olvidaste de luchar y de repente todo es hermoso.
Pero el cielo no siempre está tan abierto. De nuevo las nubes se arremolinan porque “tú” apareces de nuevo. Justo en el momento en que sientes que todo es hermoso, de repente, empiezas a “hacer” algo. La mente comienza a pensar: “¿Cuánto durará este instante? Puedo perderlo, de modo que he de hacer algo para preservarlo, para asegurarlo”. Ahora “tú” has entrado en escena. La flauta ha dejado de estar hueca. Se ha llenado de “ti”. La música no fluye; ha desaparecido. Y cuando no la encuentras piensas: “Debí haberme esforzado más”. ¡Y es debido a tu esfuerzo que la has perdido! Pero tu mente sigue diciéndote que deberías haberlo intentado con más empeño y que, de haberlo hecho así, habría seguido fluyendo.
A veces, sentado bajo las estrellas, sientes una paz emerger en tu corazón. No parece de este mundo. Te sorprende. No puedes creerlo.
Me he encontrado con gentes sencillas que durante sus vidas han experimentado muchos momentos similares a los de un Buda, pertenecientes a una consciencia búdica, pero nunca hablaron de ellos a nadie porque no creían que eso les pudiera haber sucedido a ellos. En realidad, los han reprimido. Los atribuyen a su imaginación. ¿Cómo va a ser posible algo así sin hacer yo nada? ¿Cómo es posible que de repente me sienta extático?
Tú también puedes recordarlos en tu propia vida… y en momentos en que nunca lo esperabas: yendo a la oficina, en la rutina diaria… el sol está alto, estás transpirando, y, de repente, algo llama a tu hogar: por un instante dejas de ser tu viejo “yo”. Recobras el paraíso… Y luego lo pierdes de nuevo. Te olvidas de él porque no forma parte de tu estilo de vida. Ni siquiera hablas de ello. Piensas: “He de habérmelo imaginado. ¿Cómo va a ser esto posible? No he hecho nada; fue una ilusión, un sueño”. No hablas de ello.
He observado detenidamente a miles de personas y sólo me he encontrado con unos pocos que no experimentan esos momentos en su vida. Pero nunca hablaron de ellos con nadie. Y si lo intentaron, la gente se rió creyéndolos unos tontos, unos estúpidos. No creen en lo que han vivido; lo reprimen.
La humanidad no sólo ha reprimido el sexo; la humanidad ha reprimido la muerte, la humanidad ha reprimido todo lo hermoso que contiene la vida. El hombre ha sido obligado a convertirse en un autómata, en un robot. Todas las pistas, todas las puertas hacia lo desconocido se le han cerrado.
Pero Lao Tse tiene razón y dice lo que en verdad sabe; yo también lo sé: todo sigue sucediendo por sí mismo.
Durante muchos años he estado sin hacer nada; ni siquiera he pensando en ello. Todo sigue sucediendo por sí mismo. Es un puro deleite ver cómo las cosas siguen sucediendo por sí mismas. Es un puro deleite ver cómo las cosas suceden solas.
Es mucho lo que sucede sin tu “hacer”. Y cuando sucede sin tú hacerlo, posee una belleza propia. No contiene violencia alguna. Posee gracia; es encantador. Cuando tú lo haces, ejerces una fuerza. La gracia desaparece; se convierte en algo feo.
La violencia no puede ser grácil. Y para ser no violento –y ésta es la única manera, tal y como dice Lao Tse-, simplemente despréndete de todo conocimiento, despréndete del “hacedor”. Simplemente sé y permite que las cosas sean. Y todo empezará a florecer, todo empezará a fluir. Es el conocimiento el que te ha congelado.

A través de esta constante disminución alcanza la no-acción.
A través de la no-acción, todo es realizado.
Aquel que conquista el mundo suele hacerlo sin hacer nada.
Cuando uno se ve forzado a la acción,
el mundo se encuentra fuera de su alcance.

Los que han hecho cosas excepcionales fueron no-hacedores. Puede parecer que los hacedores hacen, pero sus logros no son duraderos.
Alejandros, Napoleones, Hitlers o Mussolinis, se empeñaron en hacer muchas cosas, pero sólo crearon pesadillas a su alrededor y en ellos mismos. Su hacer supuso un alto coste a miles, a millones de personas… y a ellos también. Su hacer se convirtió en un suicidio. Mataron a millones y, finalmente, acabaron consigo mismos. Eso es todo lo que sucedió. Fueron como una pesadilla; locos, neuróticos, asesinos. Ésos no son conquistadores; no han conquistado el mundo.
Y fíjate ahora en un Buda, en un Lao Tse, en un Jesús… ¡qué clase tan diferente de florecimiento! Pasan los siglos, las épocas se suceden, y Lao Tse sigue floreciendo. Su fragancia sigue tan fresca como siempre. No ha perdido nada de su frescura, no ha envejecido, no ha acumulado polvo. Es tan fresca como una gota de rocío de esta misma mañana.
La gente que ha vivido en el ahora permanece siempre en el ahora. Nunca pertenecen al pasado. Lao Tse es más contemporáneo que un Hitler, que un Mussolini. Un Lao Tse seguirá siendo contemporáneo durante los miles de años venideros. Siempre será contemporáneo. Un Jesús nunca es parte de la historia del pasado; siempre forma parte del presente. Aunque muere, nunca muere; sigue vivo. Ése es el significado de la parábola cristiana de la resurrección: “Él murió en la cruz, pero al día siguiente apareció andando de nuevo”. No lo tomes literalmente. Es una bonita parábola de profundo significado. Lo mataron en la cruz, pero no pudieron acabar con él. A los pocos días estaba de nuevo en camino, en movimiento.
No puedes matar a un Jesús. No puedes matar a quien ha conocido el no-hacer porque sólo puedes acabar con el ego. El ego puede ser destruido; el ser, nunca. Resucita.
Con el cristianismo sucedió justo lo contrario: la cruz se convirtió en lo más importante. La resurrección debería haber sido lo más importante, no la cruz. Aunque muchos hayan muerto en la cruz, eso no es muy importante. Lo más importante es la resurrección. Todo el cristianismo debería depender de esto: no se puede matar a Jesús. Podemos asesinarlo, podemos crucificarlo, pero no podemos acabar con él. Él sigue estando fresco; siempre está fresco. Puedes encontrártelo en cualquier encrucijada, puedes encontrártelo en cualquier parte.
En la India, nunca hemos representado a ningún avatar –ni a Rama, ni a Krishna, ni a Buda, ni a Mahavira- anciano. No es que nunca envejecieran, no. Envejecieron. El cuerpo tiene que seguir sus leyes; la naturaleza nunca cree en las excepciones; la regla es absoluta. Rama, Krishna, Buda y Mahavira también envejecieron, pero nosotros nunca los hemos representado como viejos, sino siempre como jóvenes. Todas las imágenes de la India son del Mahavira joven, del Buda joven, del Krishna joven, del Rama joven; nunca viejos. ¿Por qué? Porque conocemos su “esencia de juventud” y sabemos que nunca se volvieron viejos. El cuerpo viene y se va, pero su “esencia de juventud” permanece. Su fragancia, su inocencia poseen en ellos una cualidad de eternidad.
Éstos son los verdaderos conquistadores… y no hicieron nada. Nadie sabe lo que hizo Lao Tse: nada. No podrás encontrar una vida más tranquila que la de Lao Tse. En ella nada acontece. Sólo una cosa acontece: él mismo. Eso es todo. No acontece nada más. Por eso, esa gente nunca aparece en la historia. A lo sumo se convierten en pequeñas notas a pie de página, porque no tienen biografía. A su alrededor sucedieron muchas cosas; dentro de él, nada. Sólo hubo algo que nunca sucedió: su ser nunca emergió. Pasaron muchas otras cosas; se podrían escribir y escribir miles de páginas y aun así quedaría mucho por contar. Pero ¿y de Lao Tse? Simplemente una nota a pie de página… incluso podrías obviar esa nota a pie de página. Él no forma parte de la historia; no es importante.
Pero éstos son los verdaderos conquistadores… y siguen conquistando. Todavía Lao Tse sigue lanzando sus redes y aún mucha gente es atrapada, convertida, transformada, resucitada de sus tumbas. El milagro continúa.

Aquel que conquista el mundo suele hacerlo sin hacer nada.
Cuando uno se ve forzado a la acción,
el mundo se encuentra fuera de su alcance.

Nunca alientes a nadie a que haga nada, nunca te animes a ti mismo a hacer algo. Deja que las cosas sucedan. Entonces Dios estará haciéndolas a través de ti.
Hay dos maneras de hacer las cosas: una, hacerlas tú; otra, que Dios las haga a través de ti. Si tú las haces, crearás ansiedad, angustia y miseria en ti porque entonces estarás buscando una meta. Pensarás: “¿Triunfaré o no triunfaré?”. Te interesará más el resultado que el proceso y entonces sentirás una constante angustia. Suceda lo que suceda, te sentirás frustrado.
Si tienes éxito, te sentirás frustrado porque el éxito no te supondrá el bien que de él esperabas. Si fracasas, evidentemente te sentirás desgraciado. Las personas que fracasan se sienten desgraciadas; las que han tenido éxito, también. De hecho, los que han triunfado son más desgraciados que aquellos que han fracasado porque un fracaso implica una esperanza. Al hombre que realmente ha triunfado no le quedan esperanzas. Todas sus esperanzas se desvanecen. Ahora no tiene a dónde ir; ha triunfado. Pregunta a los muy ricos por qué se sienten tan desgraciados. Al pobre, podemos entenderlo, pero ¿por qué los ricos son tan desgraciados? Han triunfado y al hacerlo se han dado cuenta de que no les ha servido de nada, de que el éxito no les ha dado nada; simplemente han desperdiciado toda su vida. Ahora no pueden recobrar el tiempo perdido y no parece haber ningún futuro, ninguna esperanza, porque puede que tengan millones de dólares    –a lo sumo, si continúan en la misma línea tendrán muchos más millones-, pero ¿de qué les servirá? Si todos esos millones no les han proporcionado satisfacción, más millones tampoco se la proporcionará.
Has de comprender esta palabra; “satisfacción”. Es una palabra muy singular. Procede de la raíz latina “satir”. Satisfacción, satisfacer, saciar, proceden de satir, y ésta de la raíz sánscrita sat. “Sat” significa “lo real”, lo absolutamente real. De la misma palabra, sat, deriva el término japonés satori: el que ha comprendido la Verdad. Sat significa ser la Verdad, aquel que ha comprendido la Verdad, aquel que ha logrado el satori. Pero “saciar” y “satisfacer” significan “aquel que ha perdido el contacto con su raíz original”. Nada puede satisfacer excepto la Verdad. Por eso, cuando tienes éxito en el mundo no obtienes la “satisfacción”. Sólo sat puede darte la “satisfacción”.
Puedes acumular millones de dólares, de libras, pero de repente te das cuenta de que nada te satisface. Tu sed sigue siendo la misma; no se ha apagado. Y ahora no te quedan esperanzas. Has aprendido un truco: cómo triunfar. Ahora has triunfado y has desperdiciado toda tu vida en ese éxito. Y no surge la satisfacción, sino una profunda frustración, un estado de desesperación.
¿Y si fracasas? ¿Cómo vas a sentirte satisfecho? En el mundo, si fracasas, fracasas; y si triunfas, también fracasas.
Hay un proverbio que dice: “No hay nada mejor que el éxito”. Yo lo he cambiado un poco y te digo: “No hay nada peor que el éxito”. El fracaso, es fracaso; el éxito, también es fracaso.
Sólo hay una posibilidad: que conozcas a tu ser, sat. Sólo eso podrá satisfacerte, sólo eso nunca falla. Pero eso no forma parte del “llegar a ser”, no tiene nada que ver con el tiempo. Ahora mismo, en este mismo momento, se encuentra a tu alcance. Ya está ahí en todo su esplendor. En tu interior está el rey en su trono… pero nunca vas  allí. Buscas dinero, conocimientos, prestigio, poder… y lo buscas fuera. ¡Y todos los que buscan fuera… terminan entrando dentro!
Deja de “aprender”; aprende a “des-aprender” ¡Entra! Deshazte del “hacedor”; aprende a hacer las cosas sin “hacerlas”.
Y existe un secreto. Es el mayor de los secretos, el milagro más grande que puede sucederle a uno. Y es éste: conviértete simplemente en un instrumento, en un vehículo, en una flauta hueca, y canciones divinas empezarán a sonar a través de ti.
Sencillamente, no te interpongas entre tú y tu Yo. En eso consiste todo el Yoga, el Tantra, la Religión. Por favor, ponte “tú” a un lado, no te interpongas. Simplemente ponte a un lado y deja pasar el carruaje de Dios. Si eres capaz de aprender esa única cosa –mantenerte al margen- lo habrás aprendido todo.
Entonces te darás cuenta de que todo funciona por sí mismo. El Todo está actuando. La parte no necesita hacer nada, sólo participar. Solamente es necesario que no cree problemas ni conflictos. Sólo ha de mantenerse en el Todo.
Estar con el Todo es ser religioso. Estar contra el Todo es pertenecer al mundo.


OSHO
TAO LOS TRES TESOROS

VOL. III


FELIZ CUMPLE PARA TODOS....AMADO MAESTRO.....

TE AMOOOOOOOO........

Ma Sambodhi
Swadharma

jueves, 18 de noviembre de 2010

IMAGINATE CORRIENDO....MEDITACION...OSHO

Imagínate corriendo


“Cuando estás corriendo, tu respiración se hace muy profunda, de forma natural, y empieza a dar masajes al hara, que es en realidad el centro desde el que se libera la energía meditativa.
Además, cuando estás corriendo, estás sacando todo el dióxido de carbono de tus pulmones. El dióxido de carbono vuelve a la gente apagada, muerta, fría, cerrada; [está] bien para los árboles y muy mal para el hombre. Cuando estás corriendo… tus pulmones se llenan de oxígeno…y purifican tu sangre, purifican todo el sistema.
Correr contra el viento es la situación perfecta. Es una danza de los elementos. Además, mientras corres no puedes pensar; si estás pensando no estás corriendo de la manera adecuada. Cuando corres íntegramente, el pensamiento se detiene. Llegas a estar tan unido a la tierra que la cabeza deja de funcionar. El cuerpo está en una actividad tal que no queda energía para que la cabeza siga y siga: el pensamiento se detiene. Y en esos momentos de ausencia de pensamientos, tu existencia es pura, tu eres simplemente; no sabes quién.
Antes de que podamos elevarnos y alcanzar lo supremo tendremos que volvernos auténticos, tan auténticos como sea posible. Al correr, esa autenticidad se produce. En algún momento utiliza una técnica…

“Acuéstate en tu cama e imagina que estás corriendo. Imagina toda la escena: los árboles y el viento, el sol, toda la playa, el aire salobre…Imagínalo todo: visualízalo y dale tanto colorido como sea posible. Recuerda una mañana que te haya gustado mucho: cuando corrías en la playa, en el bosque, y empieza a correr con la imaginación.
Notarás que tu respiración va cambiando. Sigue corriendo. Puedes hacerlo durante horas, por kilómetros. Te sorprenderá que aunque lo hagas en la cama, llegarás otra vez a esos momentos en que súbitamente la meditación está ahí. Así que, si algún día, por la razón que sea no puedes correr; si estás enfermo o la situación no lo permite, o no vale la pena correr en la ciudad, puedes hacer esto y alcanzarás los mismos momentos.”
This Is It!

LIBERTAD....SOLEDAD....OSHO

Éstos son los cinco trucos a través de los cuales se ha convertido al hombre en un esclavo, en un ser horrible, en un lisiado.
He aquí el primero:
Debilita al hombre todo lo que puedas si quieres dominarlo. Si el sacerdote te quiere dominar o el político te quiere dominar, te tienen que debilitar lo máximo posible. La mejor manera de debilitarte consiste en no dar al amor total libertad. El amor es un alimento. Ahora los psicólogos han descubierto que si no se le da amor a un niño, se marchita y se debilita. Puedes darle leche, puedes darle medicinas, puedes darle todo lo demás; pero si no le das amor (abrazarle, besarle, mantenerlo cerca del calor de tu cuerpo), entonces el niño se debilitará. Hay más posibilidades de que se muera que de que sobreviva.
¿Qué ocurre? ¿Por qué? Sólo abrazarlo, besarlo, darle calor y, en cierta manera, el niño se siente alimentado, aceptado, amado, necesitado. El niño empieza a sentir que vale la pena; el niño empieza a sentir que su vida tiene algún sentido.
Desde su infancia, los matamos de hambre; no les damos todo el amor que necesitan. Después intentamos forzar a los jóvenes y a las jóvenes a que no se enamoren a menos que vayan a casarse. Hacia los catorce años se vuelven sexualmente maduros. Pero su educación puede durar más, diez años más, hasta que tengan veintidós, veinticinco años; entonces sacarán su diplomatura, licenciatura o su doctorado. Así que intentamos forzarlos a que no amen.
La energía sexual llega a su clímax hacia los dieciocho años. Después, el hombre ya no volverá a ser tan potente ni la mujer podrá volver a tener un orgasmo tan intenso como el que es capaz de tener a los dieciocho años. Sin embargo, los obligamos a que no hagan el amor; mantenemos a los chicos y a las chicas separados, y entre ellos se alza todo el mecanismo policial, judicial, los rectores, los tutores, los profesores. Están todos ahí, en el medio, impidiendo que los chicos se acerquen a las chicas, impidiendo que las chicas se acerquen a los chicos. ¿Por qué? ¿Por qué se toman tantas molestias? Están intentando matar el toro para crear un buey.
Cuando tienes dieciocho años, estás en el momento cumbre de tu energía sexual, de tu energía de amor. Cuando te casas tienes veinticinco, veintiséis, veintisiete… y la edad ha ido aumentando cada vez más. Cuanto más civilizado es un país, más se espera, porque hay que aprender más cosas, hay que encontrar trabajo, y esto y lo de más allá... Cuando te casas, casi está declinando tu potencia. Entonces amas, pero el amor no se convierte nunca en algo apasionado; no llega al punto de permitirte que te evapores, sino que permanece tibio. Y si no has sido capaz de amar completamente, no serás capaz de amar a tus hijos porque no sabrás cómo hacerlo. Si no has conocido las cumbres del amor, ¿cómo vas a enseñar a tus hijos? ¿Cómo vas a enseñar a tus hijos a alcanzar esas cumbres?
Así que, a lo largo de los siglos, al hombre se le ha negado el amor para que permaneciera débil.
El segundo:
Mantén al hombre todo lo ignorante y engañado que puedas, de forma que sea más fácil embaucarlo. Y si quieres crear una especie de idiotez generalizada— lo cual es algo obligado entre los sacerdotes, los políticos y su conspiración—, lo mejor que puedes hacer es impedir que el hombre se enamore libremente. Sin amor la inteligencia del hombre disminuye. ¿No te has fijado? Cuando te enamoras, de repente, todas tus capacidades están en su punto óptimo. Hace sólo un momento parecías aburrido, pero encuentras a tu pareja y, de repente, irrumpe una gran alegría en tu ser; estás inflamado. Cuando la gente está enamorada, rinde al máximo. Cuando desaparece el amor o cuando no hay amor, rinde al mínimo.
Las personas más inteligentes son las personas más sexuales. Hay que entender esto, porque la energía del amor es básicamente inteligencia. Si no puedes amar, estás en cierta manera cerrado, frío; no puedes fluir. Cuando uno está enamorado, fluye. Cuando uno está enamorado, se siente tan seguro que puede tocar las estrellas. Por eso la mujer se convierte en una gran inspiración. Cuando una mujer es amada, se vuelve inmediatamente más bella, ¡al instante! Hace un momento era una mujer corriente, ahora el amor ha llovido sobre ella. Está cubierta de una energía completamente nueva; surge un nuevo aura a su alrededor. Camina de forma más grácil; una especie de danza adorna su caminar. Sus ojos tienen ahora una gran belleza; su rostro resplandece, está radiante. Y lo mismo le ocurre al hombre.
Cuando las personas están enamoradas rinden al máximo. Impide el amor y permanecerán en el mínimo. Cuando permanecen en el mínimo, son estúpidos, son ignorantes, no les preocupa saber. Cuando las personas son ignorantes, estúpidas y están desorientadas, pueden ser fácilmente engañadas.
Cuando las personas son reprimidas sexualmente, reprimidas en el terreno del amor; empiezan a anhelar otra vida: piensan en el cielo, en el paraíso, pero no piensan en crear el paraíso aquí y ahora. Cuando estás enamorado, el paraíso está aquí y ahora. Entonces no te preocupas; ¿a quién se le ocurre ir a ver al sacerdote? ¿A quién le importa que haya un paraíso? ¡Tú estás ya en el paraíso! Ya no te interesa. Sin embargo, cuando tu energía sexual es reprimida, empiezas a pensar: «Aquí no hay nada, el ahora está vacío. Tiene que existir alguna finalidad en alguna parte...». Acudes al sacerdote y le preguntas acerca del cielo, y él te describe maravillosas imágenes del cielo. El sexo ha sido reprimido para que te intereses por la otra vida. Y cuando la gente se interesa por la otra vida, naturalmente no se interesa por esta vida.
Esta vida es la única. ¡La otra vida se halla oculta en ésta! No es contraria a ésta, no está fuera de ésta; está en ella. Sumérgete en ella; ¡es ésta! Sumérgete en ella y descubrirás también la otra. Dios está oculto en el mundo, Dios está oculto aquí y ahora. Si amas, serás capaz de sentirlo.
El tercer secreto:
Mantén al hombre lo más atemorizado posible. El camino más seguro para conseguirlo consiste en no permitirle amar, porque el amor destruye el miedo, «el amor destierra el miedo». Cuando estás enamorado no tienes miedo. Cuando estás enamorado puedes enfrentarte al mundo entero. Cuando estás enamorado te sientes perfectamente capaz de cualquier cosa. Sin embargo, cuando no estás enamorado, te dan miedo incluso las pequeñas cosas. Cuando no estás enamorado te interesas más por la seguridad, por estar a salvo. Cuando estás enamorado te interesas más por la aventura, por la exploración. A la gente no se le ha permitido amar porque es la única manera de atemorizarlos. Cuando están temblando atemorizados, están siempre de rodillas, inclinándose ante el sacerdote e inclinándose ante el político.
Es una gran conspiración contra la humanidad. ¡Es una gran conspiración contra ti! Tus políticos y tus sacerdotes son tus enemigos, sin embargo, simulan que trabajan por el bien social. Dicen: «Estamos aquí para servirte, para ayudarte a conseguir una vida mejor. Estamos aquí para crear una vida mejor para ti». Pero son destructores de la vida misma.
El cuarto:
Mantén al hombre lo más desgraciado que puedas, porque el hombre desgraciado está confundido, el hombre desgraciado no tiene autoestima, el hombre desgraciado se autocondena, el hombre desgraciado siente que se ha equivocado en algo. El hombre desgraciado no está arraigado, lo puedes zarandear de un lado a otro, lo puedes convertir en una veleta muy fácilmente. El hombre desgraciado está siempre preparado para que le manden, le ordenen, para ser disciplinado, porque piensa esto: «Por mí mismo, soy sencillamente desgraciado. Quizás otra persona pueda poner orden en mi vida». Es una víctima.
Y el quinto:
Mantén al hombre tan alejado de su semejante como puedas, de forma que no se puedan aliar para algún propósito que no aprueben el sacerdote o el político. Mantén a las personas alejadas entre sí. No les permitas tener mucha intimidad. Cuando las personas están separadas, solas, alejadas entre sí, no se pueden unir. Y existen mil trucos para mantenerlos separados.
Por ejemplo, si vas de la mano con un hombre..., si tú eres hombre y estás yendo de la mano con un hombre mientras caminas, cantando, te sientes culpable porque la gente te empieza a mirar: ¿Eres gay, homosexual o algo parecido? No está permitido que dos hombres sean felices juntos. No les está permitido darse la mano, no les está permitido abrazarse. Se les condena como homosexuales. Entonces surge el miedo. Si tu amigo llega y te coge de la mano, miras a tu alrededor: «¿Hay alguien mirando?». Y tienes prisa en que te suelte la mano.
Tú das la mano de manera fugaz. ¿No te has fijado nunca? Sólo tocas la mano del otro, la mueves y ya está. No mantenéis vuestras manos juntas, no os abrazáis; tenéis miedo. ¿Recuerdas a tu padre abrazándote alguna vez? ¿Recuerdas a tu madre abrazándote después de que te desarrollaras sexualmente? ¿Por qué no? Se ha creado el miedo. ¿Un chico y su madre abrazándose? Quizás surja algún deseo sexual entre ellos, algún pensamiento, alguna fantasía. Se ha creado el miedo: el padre y el hijo; el padre y la bija, no. El hermano y la hermana, no; el hermano y el hermano, ¡no!
Se mantiene a las personas en compartimentos separados, rodeados de grandes muros. Todo el mundo está clasificado y existen mil barreras. Sí, un día, después de veinticinco años de seguir este entrenamiento, te permiten hacer el amor con tu mujer. Pero el entrenamiento ha dejado huella en ti y, de repente, no sabes qué hacer. ¿Cómo amar? No has aprendido el lenguaje. Es como si a una persona no se le hubiera permitido hablar durante veinticinco años. Sólo escuchar: durante veinticinco años no se le ha permitido decir ni una sola palabra y, de repente, lo subes a un escenario y le dices: «Danos una gran conferencia». ¿Qué ocurrirá? Se tropezará, por aquí, por allí. Puede que se desmaye, puede que se muera... ¿Veinticinco años de silencio y ahora pretendes que te dé una gran conferencia? No es posible.
¡Esto es lo que está ocurriendo! Veinticinco años de campaña antiamor, de miedo, y, de repente, te lo permiten legalmente, te dan una licencia y ya puedes amar «Ésta es tu mujer, tú eres su marido, podéis amaros». Pero ¿qué ocurrirá con esos veinticinco años de entrenamiento equivocado? Estarán ahí presentes.
Sí, os «amaréis»..., fingiréis amaros. No será algo explosivo, no será orgásmico; será algo insignificante. Por eso os sentís frustrados después de hacer el amor; el noventa y nueve por ciento de las personas se sienten frustradas después de hacer el amor, más frustrados incluso que antes de hacerlo. Y sienten...: «¡Qué es esto? ¡No hay nada! ¡No es verdad!».
En primer lugar, el sacerdote y el político se las han arreglado para que no fueras capaz de amar; después te predican que no hay nada importante en el amor. Por supuesto, sus sermones parecen auténticos, sus sermones concuerdan totalmente con tu experiencia. En primer lugar, crean la experiencia de futilidad, de frustración; después vienen sus prédicas. Ambas juntas parecen muy lógicas, una sola pieza. Es un gran ardid, el mayor que se ha utilizado para engañar al hombre.
Estas cinco cosas se pueden lograr a través de una sola: el tabú hacia el amor. Todos estos objetivos se pueden cumplir impidiendo de alguna manera que las personas se amen unas a otras. Este tabú se ha utilizado de una manera muy científica. Este tabú es una obra de arte; en él se han empleado una gran habilidad y una gran astucia. ¡Es una auténtica obra de arte! Hay que entender este tabú.
En primer lugar: es indirecto, está oculto. No es evidente, ya que si un tabú es muy obvio no funcionará. El tabú tiene que estar muy solapado, de forma que no sepas cómo funciona. El tabú tiene que estar tan solapado que no puedas siquiera imaginar que puedes hacer algo contra él. El tabú tiene que actuar en el inconsciente, no en la conciencia. ¿Cómo hacer que sea tan sutil e indirecto?
El truco está en lo siguiente: primero dedícate a predicar que el amor es algo maravilloso, de forma que la gente nunca piense que los sacerdotes y los políticos están en contra del amor. Sigue predicando que el amor es maravilloso y que el amor es lo correcto, y después no permitas ninguna situación en la que tenga cabida el amor. No dejes que haya una oportunidad. No des ninguna oportunidad y continúa enseñando que la comida es algo maravilloso, que comer es un placer maravilloso: «Come lo mejor que puedas», pero no proporciones nada de alimento. Mantén a la gente hambrienta y continúa hablando del amor. De modo que todos los sacerdotes siguen hablando del amor. Elogian el amor como algo que está por encima de todo, cerca de Dios; sin embargo, impiden cualquier oportunidad de que ocurra. Directamente, lo fomentan; indirectamente, lo atajan de raíz. He aquí la obra de arte.
Ningún sacerdote habla del daño que ha hecho. Es como si le estuvieras diciendo a un árbol: «sigue así de verde, brota, disfruta», y simultáneamente estuvieras cortando sus raíces de forma que el árbol no pueda estar verde. Cuando el árbol ya no está verde puedes saltar sobre el árbol y decirle: «¡Oye! No me escuchas. No nos haces caso. Todos te estamos diciendo “sigue así de verde, brota, disfruta, danza”...». Y, mientras, sigues cortando las raíces.
El amor es algo que se niega mucho, y es una de las cosas más escasas del mundo; no se debería negar. Si un hombre puede amar a cinco personas, debería amar a cinco personas. Si un hombre puede amar a cincuenta, debería amar a cincuenta. Si un hombre puede amar a quinientas, debería amar a quinientas. El amor es algo tan escaso que cuanto más lo puedas transmitir, mejor. Pero existen trucos muy buenos: se te confina a un angosto rincón. Sólo puedes amar a tu mujer, sólo puedes amar a tu marido, sólo puedes amar esto, sólo puedes amar aquello; hay demasiadas condiciones. Es como si existiera una ley que te dijera que sólo puedes respirar cuando estás con tu mujer, sólo puedes respirar cuando estás con tu marido. ¡Respirar se convertirá en algo imposible! Te morirás sin haber sido capaz siquiera de respirar mientras estabas con tu pareja. Tienes que respirar las veinticuatro horas del día.
Vive amando.
También existe otro truco: ellos hablan de un «amor superior», y destruyen el inferior. Dicen que hay que negar el inferior: el amor carnal es malo, el amor espiritual es bueno.
¿Has visto alguna vez un espíritu sin cuerpo? ¿Has visto alguna vez una casa que no tenga cimientos? Lo inferior es el cimiento de lo superior. El cuerpo es tu residencia; el espíritu vive en el cuerpo, con el cuerpo. Tú eres un espíritu corporeizado y un cuerpo espiritualizado; sois un todo. Lo inferior y lo superior no están separados, son uno, son peldaños de una misma escalera. No hay que negar lo inferior; hay que transformar lo inferior en lo superior. Lo inferior es bueno; si estás apegado a lo inferior, el problema es tuyo, no de lo inferior. El primer peldaño de una escalera no tiene nada de malo. Si estás apegado a él, tú eres el que está apegado; es culpa tuya.
Muévete.
El sexo no es algo malo. eres malo si te quedas apegado a él. Muévete a un plano superior. Lo superior no va en contra de lo inferior; lo inferior hace posible que exista lo superior.
Estos trucos han causado muchos otros problemas. Cada vez que estás enamorado te sientes culpable en cierto modo; surge un sentimiento de culpa. Cuando hay sentimiento de culpa, no te puedes sumergir por completo en el amor; el sentimiento de culpa te lo impide, te sujeta. Incluso cuando haces el amor con tu mujer o con tu marido, hay un sentimiento de culpa: sabes que eso es pecado, sabes que estás haciendo algo malo. «Los santos no hacen esto», eres un pecador. Así que no te puedes sumergir en el amor totalmente ni siquiera cuando te permiten, de forma superficial, amar a tu mujer. El sacerdote está oculto dentro de ti en tu sentimiento de culpa; desde ahí te empuja, tira de tus riendas.
Cuando aparece el sentimiento de culpa, empiezas a sentir que estás equivocado; pierdes autoestima, pierdes confianza en ti mismo. Entonces surge otro problema: cuando hay sentimiento de culpa, empiezas a fingir. Los padres no permiten que sus hijos sepan que ellos hacen el amor; fingen. Fingen que el sexo no existe. Los niños descubrirán su mentira tarde o temprano. Cuando los niños descubren la mentira, pierden toda confianza. Se sienten traicionados, se sienten engañados.
Entonces los padres dicen que sus hijos no los respetan; tú has sido el causante de esto, ¿cómo van a respetarte? Los has estado engañando de muchas maneras, has sido deshonesto, has sido mezquino. Les estabas diciendo que no se enamoraran, ¡cuidado!, mientras tú no hacías más que hacer el amor. Entonces llegará el día, antes o después, en que se darán cuenta de que su mismo padre, su misma madre, no era sincera con ellos. ¿Cómo te van a respetar?
En primer lugar, el sentimiento de culpa crea el engaño. El engaño te aleja de la gente. Incluso tu hijo, tu propio hijo no se sentirá ligado a ti. Hay una barrera, tu engaño. Y cuando sabes que todo el mundo está fingiendo... Un día te darás cuenta de que tú estás fingiendo como lo hace todo el mundo. Si todo el mundo finge, ¿cómo te vas a relacionar? Si todo el mundo es falso, ¿cómo te vas a relacionar? ¿Cómo vas a ser amistoso cuando por todas partes no hay más que mentira y engaño? Te vuelves muy resentido contra la realidad, te vuelves amargado. La realidad te parece un taller del diablo.
Todo el mundo lleva una careta; nadie es auténtico. Todo el mundo lleva máscara; nadie muestra su verdadero rostro. Te sientes culpable, sientes que estás fingiendo y sabes que todo el mundo está fingiendo. Todo el mundo se siente culpable y todo el mundo se ha convertido en una horrible herida. Ahora es muy fácil esclavizar a estas personas, convertirlos en funcionarios, dirigentes, maestros, diputados, ministros, gobernantes, presidentes. Ahora es muy fácil distraerlos. Los has distraído desde su propia raíz.
El sexo es la raíz; de ahí viene el término Muladhar, en el lenguaje del tantra y del yoga. Muladhar significa la energía básica.
Una vez oí esta historia...
En su noche de bodas, la altiva Lady Jane estaba cumpliendo con sus obligaciones de desposada por primera vez.
—Mi señor —preguntó a su marido—, ¿es esto lo que el pueblo llano llama hacer el amor?
—Sí, esposa mía —contestó Lord Reginald—. Y volvieron a empezar.
Después de un rato Lady Jane exclamó indignada:
—¡Es algo demasiado bueno para el pueblo llano!
A la gente corriente no se le ha permitido realmente hacer el amor: «Es demasiado bueno para ellos». Pero el problema es que si envenenas a toda la gente corriente, también te estás envenenando a ti mismo. Si envenenas el aire que respira la gente corriente, envenenarás también el aire que respira el rey. No lo puedes separar; constituye un todo. Cuando el sacerdote envenena a la gente corriente, se está envenenando a sí mismo. Cuando los políticos envenenan el aire de la gente corriente, ellos acabarán por respirar ese mismo aire, no existe otro aire.
Un sacerdote y un arzobispo estaban sentados en dos esquinas diferentes de un mismo compartimento de tren durante un largo viaje. Cuando entró el arzobispo, el sacerdote escondió su ejemplar de Playboy y comenzó a leer Pueblo de Dios. El arzobispo hizo caso omiso y se puso a hacer los crucigramas del periódico. Estaban en silencio.
Después de un rato el sacerdote trató de iniciar una conversación. Cuando vio que el arzobispo no paraba de rascarse la cabeza y de chasquear la lengua, lo volvió a intentar.
—¿Lo puedo ayudar, Padre?
—Quizás. Es que no consigo sacar una palabra. ¿Qué palabra hay de cuatro letras, de las cuales las tres últimas son o-ñ-o, y cuya definición es: esencialmente femenino?
—Claro, Padre —, dijo el sacerdote tras una ligera pausa—, debe ser moño.
—¡Es verdad, es verdad! —dijo el arzobispo—. Por favor, ¿te importaría dejarme una goma?
Cuando reprimes las cosas en la superficie, se enquistan dentro, en el inconsciente. Ahí, el sexo no ha sido destruido, afortunadamente. No ha sido destruido; sólo ha sido envenenado. No se puede destruir; es una energía vital. Se ha contaminado, pero puede ser purificada.
Los problemas de tu vida se pueden reducir a tus problemas sexuales. Puedes seguir resolviendo el resto de problemas, pero no serás capaz de resolverlos definitivamente, porque no son los auténticos problemas. Si resuelves tus problemas sexuales, todos los demás problemas desparecerán porque has resuelto el problema básico. Sin embargo, tienes miedo de afrontarlo siquiera.
Es muy sencillo. Sólo tienes que abandonar tus condicionamientos, es muy sencillo. Es tan sencillo como esta historia.
Una solterona frustrada se convirtió en la pesadilla de la policía. No hacía más que llamar para decir que había un hombre debajo de su cama. Al final, la llevaron a un psiquiátrico donde le recetaron las últimas medicinas, y al cabo de unas semanas el doctor pasó a entrevistarla y ver si se había curado.
—Señora Adelaida —le preguntó el doctor—, ¿sigue viendo a un hombre debajo de su cama?
—Ya no —contestó—. Pero cuando el doctor estaba a punto de firmarle el alta, ella añadió: «Ahora veo dos».
El doctor le dijo al personal del hospital que sólo había un tipo de inyección que podía curar su problema, al cual él denominaba «virginidad maligna». Sugirió que la instalaran en su habitación junto con Marcial, el carpintero del hospital.
Localizaron a Marcial; le dijeron cuál era el problema de la mujer, y que le encerrarían con ella durante una hora. El dijo que no llevaría tanto tiempo. Un grupo ansioso se congregó alrededor de la habitación... Oían:
—Oh, pare. ¡Mamá nunca me lo perdonaría!
—Deje de gritar; es algo que alguna vez hay que hacer. Lo tenía que haber hecho hace muchos años.
—¡Entonces hágalo a la fuerza, bestia!
—Es como lo habría hecho su marido en el caso de que hubiera tenido uno.
Los médicos no pudieron resistir y entraron.
—Ya la he curado —dijo el carpintero.
—¡Me ha curado! —dijo la señora Adelaida.
Había serrado las patas de la cama.
A veces la cura es muy simple. Pero sigues haciendo mil cosas. El carpintero hizo bien: ¡bastaba tan sólo con serrar las patas de la cama! ¿Dónde se iba a esconder el hombre ahora?
El sexo es la raíz de casi todos tus problemas. No puedes ser de otra manera después de miles de años de envenenamiento. Hace falta un gran purgante. Reclama tu libertad. Reclama tu libertad de amar. Recupera tu libertad de ser; y entonces la vida ya no será un problema. Será un misterio, será un éxtasis, será una bendición.
 Osho-Amor, Libertad, Soledad
Págs.66,73