jueves, 18 de noviembre de 2010

LIBERTAD....SOLEDAD....OSHO

Éstos son los cinco trucos a través de los cuales se ha convertido al hombre en un esclavo, en un ser horrible, en un lisiado.
He aquí el primero:
Debilita al hombre todo lo que puedas si quieres dominarlo. Si el sacerdote te quiere dominar o el político te quiere dominar, te tienen que debilitar lo máximo posible. La mejor manera de debilitarte consiste en no dar al amor total libertad. El amor es un alimento. Ahora los psicólogos han descubierto que si no se le da amor a un niño, se marchita y se debilita. Puedes darle leche, puedes darle medicinas, puedes darle todo lo demás; pero si no le das amor (abrazarle, besarle, mantenerlo cerca del calor de tu cuerpo), entonces el niño se debilitará. Hay más posibilidades de que se muera que de que sobreviva.
¿Qué ocurre? ¿Por qué? Sólo abrazarlo, besarlo, darle calor y, en cierta manera, el niño se siente alimentado, aceptado, amado, necesitado. El niño empieza a sentir que vale la pena; el niño empieza a sentir que su vida tiene algún sentido.
Desde su infancia, los matamos de hambre; no les damos todo el amor que necesitan. Después intentamos forzar a los jóvenes y a las jóvenes a que no se enamoren a menos que vayan a casarse. Hacia los catorce años se vuelven sexualmente maduros. Pero su educación puede durar más, diez años más, hasta que tengan veintidós, veinticinco años; entonces sacarán su diplomatura, licenciatura o su doctorado. Así que intentamos forzarlos a que no amen.
La energía sexual llega a su clímax hacia los dieciocho años. Después, el hombre ya no volverá a ser tan potente ni la mujer podrá volver a tener un orgasmo tan intenso como el que es capaz de tener a los dieciocho años. Sin embargo, los obligamos a que no hagan el amor; mantenemos a los chicos y a las chicas separados, y entre ellos se alza todo el mecanismo policial, judicial, los rectores, los tutores, los profesores. Están todos ahí, en el medio, impidiendo que los chicos se acerquen a las chicas, impidiendo que las chicas se acerquen a los chicos. ¿Por qué? ¿Por qué se toman tantas molestias? Están intentando matar el toro para crear un buey.
Cuando tienes dieciocho años, estás en el momento cumbre de tu energía sexual, de tu energía de amor. Cuando te casas tienes veinticinco, veintiséis, veintisiete… y la edad ha ido aumentando cada vez más. Cuanto más civilizado es un país, más se espera, porque hay que aprender más cosas, hay que encontrar trabajo, y esto y lo de más allá... Cuando te casas, casi está declinando tu potencia. Entonces amas, pero el amor no se convierte nunca en algo apasionado; no llega al punto de permitirte que te evapores, sino que permanece tibio. Y si no has sido capaz de amar completamente, no serás capaz de amar a tus hijos porque no sabrás cómo hacerlo. Si no has conocido las cumbres del amor, ¿cómo vas a enseñar a tus hijos? ¿Cómo vas a enseñar a tus hijos a alcanzar esas cumbres?
Así que, a lo largo de los siglos, al hombre se le ha negado el amor para que permaneciera débil.
El segundo:
Mantén al hombre todo lo ignorante y engañado que puedas, de forma que sea más fácil embaucarlo. Y si quieres crear una especie de idiotez generalizada— lo cual es algo obligado entre los sacerdotes, los políticos y su conspiración—, lo mejor que puedes hacer es impedir que el hombre se enamore libremente. Sin amor la inteligencia del hombre disminuye. ¿No te has fijado? Cuando te enamoras, de repente, todas tus capacidades están en su punto óptimo. Hace sólo un momento parecías aburrido, pero encuentras a tu pareja y, de repente, irrumpe una gran alegría en tu ser; estás inflamado. Cuando la gente está enamorada, rinde al máximo. Cuando desaparece el amor o cuando no hay amor, rinde al mínimo.
Las personas más inteligentes son las personas más sexuales. Hay que entender esto, porque la energía del amor es básicamente inteligencia. Si no puedes amar, estás en cierta manera cerrado, frío; no puedes fluir. Cuando uno está enamorado, fluye. Cuando uno está enamorado, se siente tan seguro que puede tocar las estrellas. Por eso la mujer se convierte en una gran inspiración. Cuando una mujer es amada, se vuelve inmediatamente más bella, ¡al instante! Hace un momento era una mujer corriente, ahora el amor ha llovido sobre ella. Está cubierta de una energía completamente nueva; surge un nuevo aura a su alrededor. Camina de forma más grácil; una especie de danza adorna su caminar. Sus ojos tienen ahora una gran belleza; su rostro resplandece, está radiante. Y lo mismo le ocurre al hombre.
Cuando las personas están enamoradas rinden al máximo. Impide el amor y permanecerán en el mínimo. Cuando permanecen en el mínimo, son estúpidos, son ignorantes, no les preocupa saber. Cuando las personas son ignorantes, estúpidas y están desorientadas, pueden ser fácilmente engañadas.
Cuando las personas son reprimidas sexualmente, reprimidas en el terreno del amor; empiezan a anhelar otra vida: piensan en el cielo, en el paraíso, pero no piensan en crear el paraíso aquí y ahora. Cuando estás enamorado, el paraíso está aquí y ahora. Entonces no te preocupas; ¿a quién se le ocurre ir a ver al sacerdote? ¿A quién le importa que haya un paraíso? ¡Tú estás ya en el paraíso! Ya no te interesa. Sin embargo, cuando tu energía sexual es reprimida, empiezas a pensar: «Aquí no hay nada, el ahora está vacío. Tiene que existir alguna finalidad en alguna parte...». Acudes al sacerdote y le preguntas acerca del cielo, y él te describe maravillosas imágenes del cielo. El sexo ha sido reprimido para que te intereses por la otra vida. Y cuando la gente se interesa por la otra vida, naturalmente no se interesa por esta vida.
Esta vida es la única. ¡La otra vida se halla oculta en ésta! No es contraria a ésta, no está fuera de ésta; está en ella. Sumérgete en ella; ¡es ésta! Sumérgete en ella y descubrirás también la otra. Dios está oculto en el mundo, Dios está oculto aquí y ahora. Si amas, serás capaz de sentirlo.
El tercer secreto:
Mantén al hombre lo más atemorizado posible. El camino más seguro para conseguirlo consiste en no permitirle amar, porque el amor destruye el miedo, «el amor destierra el miedo». Cuando estás enamorado no tienes miedo. Cuando estás enamorado puedes enfrentarte al mundo entero. Cuando estás enamorado te sientes perfectamente capaz de cualquier cosa. Sin embargo, cuando no estás enamorado, te dan miedo incluso las pequeñas cosas. Cuando no estás enamorado te interesas más por la seguridad, por estar a salvo. Cuando estás enamorado te interesas más por la aventura, por la exploración. A la gente no se le ha permitido amar porque es la única manera de atemorizarlos. Cuando están temblando atemorizados, están siempre de rodillas, inclinándose ante el sacerdote e inclinándose ante el político.
Es una gran conspiración contra la humanidad. ¡Es una gran conspiración contra ti! Tus políticos y tus sacerdotes son tus enemigos, sin embargo, simulan que trabajan por el bien social. Dicen: «Estamos aquí para servirte, para ayudarte a conseguir una vida mejor. Estamos aquí para crear una vida mejor para ti». Pero son destructores de la vida misma.
El cuarto:
Mantén al hombre lo más desgraciado que puedas, porque el hombre desgraciado está confundido, el hombre desgraciado no tiene autoestima, el hombre desgraciado se autocondena, el hombre desgraciado siente que se ha equivocado en algo. El hombre desgraciado no está arraigado, lo puedes zarandear de un lado a otro, lo puedes convertir en una veleta muy fácilmente. El hombre desgraciado está siempre preparado para que le manden, le ordenen, para ser disciplinado, porque piensa esto: «Por mí mismo, soy sencillamente desgraciado. Quizás otra persona pueda poner orden en mi vida». Es una víctima.
Y el quinto:
Mantén al hombre tan alejado de su semejante como puedas, de forma que no se puedan aliar para algún propósito que no aprueben el sacerdote o el político. Mantén a las personas alejadas entre sí. No les permitas tener mucha intimidad. Cuando las personas están separadas, solas, alejadas entre sí, no se pueden unir. Y existen mil trucos para mantenerlos separados.
Por ejemplo, si vas de la mano con un hombre..., si tú eres hombre y estás yendo de la mano con un hombre mientras caminas, cantando, te sientes culpable porque la gente te empieza a mirar: ¿Eres gay, homosexual o algo parecido? No está permitido que dos hombres sean felices juntos. No les está permitido darse la mano, no les está permitido abrazarse. Se les condena como homosexuales. Entonces surge el miedo. Si tu amigo llega y te coge de la mano, miras a tu alrededor: «¿Hay alguien mirando?». Y tienes prisa en que te suelte la mano.
Tú das la mano de manera fugaz. ¿No te has fijado nunca? Sólo tocas la mano del otro, la mueves y ya está. No mantenéis vuestras manos juntas, no os abrazáis; tenéis miedo. ¿Recuerdas a tu padre abrazándote alguna vez? ¿Recuerdas a tu madre abrazándote después de que te desarrollaras sexualmente? ¿Por qué no? Se ha creado el miedo. ¿Un chico y su madre abrazándose? Quizás surja algún deseo sexual entre ellos, algún pensamiento, alguna fantasía. Se ha creado el miedo: el padre y el hijo; el padre y la bija, no. El hermano y la hermana, no; el hermano y el hermano, ¡no!
Se mantiene a las personas en compartimentos separados, rodeados de grandes muros. Todo el mundo está clasificado y existen mil barreras. Sí, un día, después de veinticinco años de seguir este entrenamiento, te permiten hacer el amor con tu mujer. Pero el entrenamiento ha dejado huella en ti y, de repente, no sabes qué hacer. ¿Cómo amar? No has aprendido el lenguaje. Es como si a una persona no se le hubiera permitido hablar durante veinticinco años. Sólo escuchar: durante veinticinco años no se le ha permitido decir ni una sola palabra y, de repente, lo subes a un escenario y le dices: «Danos una gran conferencia». ¿Qué ocurrirá? Se tropezará, por aquí, por allí. Puede que se desmaye, puede que se muera... ¿Veinticinco años de silencio y ahora pretendes que te dé una gran conferencia? No es posible.
¡Esto es lo que está ocurriendo! Veinticinco años de campaña antiamor, de miedo, y, de repente, te lo permiten legalmente, te dan una licencia y ya puedes amar «Ésta es tu mujer, tú eres su marido, podéis amaros». Pero ¿qué ocurrirá con esos veinticinco años de entrenamiento equivocado? Estarán ahí presentes.
Sí, os «amaréis»..., fingiréis amaros. No será algo explosivo, no será orgásmico; será algo insignificante. Por eso os sentís frustrados después de hacer el amor; el noventa y nueve por ciento de las personas se sienten frustradas después de hacer el amor, más frustrados incluso que antes de hacerlo. Y sienten...: «¡Qué es esto? ¡No hay nada! ¡No es verdad!».
En primer lugar, el sacerdote y el político se las han arreglado para que no fueras capaz de amar; después te predican que no hay nada importante en el amor. Por supuesto, sus sermones parecen auténticos, sus sermones concuerdan totalmente con tu experiencia. En primer lugar, crean la experiencia de futilidad, de frustración; después vienen sus prédicas. Ambas juntas parecen muy lógicas, una sola pieza. Es un gran ardid, el mayor que se ha utilizado para engañar al hombre.
Estas cinco cosas se pueden lograr a través de una sola: el tabú hacia el amor. Todos estos objetivos se pueden cumplir impidiendo de alguna manera que las personas se amen unas a otras. Este tabú se ha utilizado de una manera muy científica. Este tabú es una obra de arte; en él se han empleado una gran habilidad y una gran astucia. ¡Es una auténtica obra de arte! Hay que entender este tabú.
En primer lugar: es indirecto, está oculto. No es evidente, ya que si un tabú es muy obvio no funcionará. El tabú tiene que estar muy solapado, de forma que no sepas cómo funciona. El tabú tiene que estar tan solapado que no puedas siquiera imaginar que puedes hacer algo contra él. El tabú tiene que actuar en el inconsciente, no en la conciencia. ¿Cómo hacer que sea tan sutil e indirecto?
El truco está en lo siguiente: primero dedícate a predicar que el amor es algo maravilloso, de forma que la gente nunca piense que los sacerdotes y los políticos están en contra del amor. Sigue predicando que el amor es maravilloso y que el amor es lo correcto, y después no permitas ninguna situación en la que tenga cabida el amor. No dejes que haya una oportunidad. No des ninguna oportunidad y continúa enseñando que la comida es algo maravilloso, que comer es un placer maravilloso: «Come lo mejor que puedas», pero no proporciones nada de alimento. Mantén a la gente hambrienta y continúa hablando del amor. De modo que todos los sacerdotes siguen hablando del amor. Elogian el amor como algo que está por encima de todo, cerca de Dios; sin embargo, impiden cualquier oportunidad de que ocurra. Directamente, lo fomentan; indirectamente, lo atajan de raíz. He aquí la obra de arte.
Ningún sacerdote habla del daño que ha hecho. Es como si le estuvieras diciendo a un árbol: «sigue así de verde, brota, disfruta», y simultáneamente estuvieras cortando sus raíces de forma que el árbol no pueda estar verde. Cuando el árbol ya no está verde puedes saltar sobre el árbol y decirle: «¡Oye! No me escuchas. No nos haces caso. Todos te estamos diciendo “sigue así de verde, brota, disfruta, danza”...». Y, mientras, sigues cortando las raíces.
El amor es algo que se niega mucho, y es una de las cosas más escasas del mundo; no se debería negar. Si un hombre puede amar a cinco personas, debería amar a cinco personas. Si un hombre puede amar a cincuenta, debería amar a cincuenta. Si un hombre puede amar a quinientas, debería amar a quinientas. El amor es algo tan escaso que cuanto más lo puedas transmitir, mejor. Pero existen trucos muy buenos: se te confina a un angosto rincón. Sólo puedes amar a tu mujer, sólo puedes amar a tu marido, sólo puedes amar esto, sólo puedes amar aquello; hay demasiadas condiciones. Es como si existiera una ley que te dijera que sólo puedes respirar cuando estás con tu mujer, sólo puedes respirar cuando estás con tu marido. ¡Respirar se convertirá en algo imposible! Te morirás sin haber sido capaz siquiera de respirar mientras estabas con tu pareja. Tienes que respirar las veinticuatro horas del día.
Vive amando.
También existe otro truco: ellos hablan de un «amor superior», y destruyen el inferior. Dicen que hay que negar el inferior: el amor carnal es malo, el amor espiritual es bueno.
¿Has visto alguna vez un espíritu sin cuerpo? ¿Has visto alguna vez una casa que no tenga cimientos? Lo inferior es el cimiento de lo superior. El cuerpo es tu residencia; el espíritu vive en el cuerpo, con el cuerpo. Tú eres un espíritu corporeizado y un cuerpo espiritualizado; sois un todo. Lo inferior y lo superior no están separados, son uno, son peldaños de una misma escalera. No hay que negar lo inferior; hay que transformar lo inferior en lo superior. Lo inferior es bueno; si estás apegado a lo inferior, el problema es tuyo, no de lo inferior. El primer peldaño de una escalera no tiene nada de malo. Si estás apegado a él, tú eres el que está apegado; es culpa tuya.
Muévete.
El sexo no es algo malo. eres malo si te quedas apegado a él. Muévete a un plano superior. Lo superior no va en contra de lo inferior; lo inferior hace posible que exista lo superior.
Estos trucos han causado muchos otros problemas. Cada vez que estás enamorado te sientes culpable en cierto modo; surge un sentimiento de culpa. Cuando hay sentimiento de culpa, no te puedes sumergir por completo en el amor; el sentimiento de culpa te lo impide, te sujeta. Incluso cuando haces el amor con tu mujer o con tu marido, hay un sentimiento de culpa: sabes que eso es pecado, sabes que estás haciendo algo malo. «Los santos no hacen esto», eres un pecador. Así que no te puedes sumergir en el amor totalmente ni siquiera cuando te permiten, de forma superficial, amar a tu mujer. El sacerdote está oculto dentro de ti en tu sentimiento de culpa; desde ahí te empuja, tira de tus riendas.
Cuando aparece el sentimiento de culpa, empiezas a sentir que estás equivocado; pierdes autoestima, pierdes confianza en ti mismo. Entonces surge otro problema: cuando hay sentimiento de culpa, empiezas a fingir. Los padres no permiten que sus hijos sepan que ellos hacen el amor; fingen. Fingen que el sexo no existe. Los niños descubrirán su mentira tarde o temprano. Cuando los niños descubren la mentira, pierden toda confianza. Se sienten traicionados, se sienten engañados.
Entonces los padres dicen que sus hijos no los respetan; tú has sido el causante de esto, ¿cómo van a respetarte? Los has estado engañando de muchas maneras, has sido deshonesto, has sido mezquino. Les estabas diciendo que no se enamoraran, ¡cuidado!, mientras tú no hacías más que hacer el amor. Entonces llegará el día, antes o después, en que se darán cuenta de que su mismo padre, su misma madre, no era sincera con ellos. ¿Cómo te van a respetar?
En primer lugar, el sentimiento de culpa crea el engaño. El engaño te aleja de la gente. Incluso tu hijo, tu propio hijo no se sentirá ligado a ti. Hay una barrera, tu engaño. Y cuando sabes que todo el mundo está fingiendo... Un día te darás cuenta de que tú estás fingiendo como lo hace todo el mundo. Si todo el mundo finge, ¿cómo te vas a relacionar? Si todo el mundo es falso, ¿cómo te vas a relacionar? ¿Cómo vas a ser amistoso cuando por todas partes no hay más que mentira y engaño? Te vuelves muy resentido contra la realidad, te vuelves amargado. La realidad te parece un taller del diablo.
Todo el mundo lleva una careta; nadie es auténtico. Todo el mundo lleva máscara; nadie muestra su verdadero rostro. Te sientes culpable, sientes que estás fingiendo y sabes que todo el mundo está fingiendo. Todo el mundo se siente culpable y todo el mundo se ha convertido en una horrible herida. Ahora es muy fácil esclavizar a estas personas, convertirlos en funcionarios, dirigentes, maestros, diputados, ministros, gobernantes, presidentes. Ahora es muy fácil distraerlos. Los has distraído desde su propia raíz.
El sexo es la raíz; de ahí viene el término Muladhar, en el lenguaje del tantra y del yoga. Muladhar significa la energía básica.
Una vez oí esta historia...
En su noche de bodas, la altiva Lady Jane estaba cumpliendo con sus obligaciones de desposada por primera vez.
—Mi señor —preguntó a su marido—, ¿es esto lo que el pueblo llano llama hacer el amor?
—Sí, esposa mía —contestó Lord Reginald—. Y volvieron a empezar.
Después de un rato Lady Jane exclamó indignada:
—¡Es algo demasiado bueno para el pueblo llano!
A la gente corriente no se le ha permitido realmente hacer el amor: «Es demasiado bueno para ellos». Pero el problema es que si envenenas a toda la gente corriente, también te estás envenenando a ti mismo. Si envenenas el aire que respira la gente corriente, envenenarás también el aire que respira el rey. No lo puedes separar; constituye un todo. Cuando el sacerdote envenena a la gente corriente, se está envenenando a sí mismo. Cuando los políticos envenenan el aire de la gente corriente, ellos acabarán por respirar ese mismo aire, no existe otro aire.
Un sacerdote y un arzobispo estaban sentados en dos esquinas diferentes de un mismo compartimento de tren durante un largo viaje. Cuando entró el arzobispo, el sacerdote escondió su ejemplar de Playboy y comenzó a leer Pueblo de Dios. El arzobispo hizo caso omiso y se puso a hacer los crucigramas del periódico. Estaban en silencio.
Después de un rato el sacerdote trató de iniciar una conversación. Cuando vio que el arzobispo no paraba de rascarse la cabeza y de chasquear la lengua, lo volvió a intentar.
—¿Lo puedo ayudar, Padre?
—Quizás. Es que no consigo sacar una palabra. ¿Qué palabra hay de cuatro letras, de las cuales las tres últimas son o-ñ-o, y cuya definición es: esencialmente femenino?
—Claro, Padre —, dijo el sacerdote tras una ligera pausa—, debe ser moño.
—¡Es verdad, es verdad! —dijo el arzobispo—. Por favor, ¿te importaría dejarme una goma?
Cuando reprimes las cosas en la superficie, se enquistan dentro, en el inconsciente. Ahí, el sexo no ha sido destruido, afortunadamente. No ha sido destruido; sólo ha sido envenenado. No se puede destruir; es una energía vital. Se ha contaminado, pero puede ser purificada.
Los problemas de tu vida se pueden reducir a tus problemas sexuales. Puedes seguir resolviendo el resto de problemas, pero no serás capaz de resolverlos definitivamente, porque no son los auténticos problemas. Si resuelves tus problemas sexuales, todos los demás problemas desparecerán porque has resuelto el problema básico. Sin embargo, tienes miedo de afrontarlo siquiera.
Es muy sencillo. Sólo tienes que abandonar tus condicionamientos, es muy sencillo. Es tan sencillo como esta historia.
Una solterona frustrada se convirtió en la pesadilla de la policía. No hacía más que llamar para decir que había un hombre debajo de su cama. Al final, la llevaron a un psiquiátrico donde le recetaron las últimas medicinas, y al cabo de unas semanas el doctor pasó a entrevistarla y ver si se había curado.
—Señora Adelaida —le preguntó el doctor—, ¿sigue viendo a un hombre debajo de su cama?
—Ya no —contestó—. Pero cuando el doctor estaba a punto de firmarle el alta, ella añadió: «Ahora veo dos».
El doctor le dijo al personal del hospital que sólo había un tipo de inyección que podía curar su problema, al cual él denominaba «virginidad maligna». Sugirió que la instalaran en su habitación junto con Marcial, el carpintero del hospital.
Localizaron a Marcial; le dijeron cuál era el problema de la mujer, y que le encerrarían con ella durante una hora. El dijo que no llevaría tanto tiempo. Un grupo ansioso se congregó alrededor de la habitación... Oían:
—Oh, pare. ¡Mamá nunca me lo perdonaría!
—Deje de gritar; es algo que alguna vez hay que hacer. Lo tenía que haber hecho hace muchos años.
—¡Entonces hágalo a la fuerza, bestia!
—Es como lo habría hecho su marido en el caso de que hubiera tenido uno.
Los médicos no pudieron resistir y entraron.
—Ya la he curado —dijo el carpintero.
—¡Me ha curado! —dijo la señora Adelaida.
Había serrado las patas de la cama.
A veces la cura es muy simple. Pero sigues haciendo mil cosas. El carpintero hizo bien: ¡bastaba tan sólo con serrar las patas de la cama! ¿Dónde se iba a esconder el hombre ahora?
El sexo es la raíz de casi todos tus problemas. No puedes ser de otra manera después de miles de años de envenenamiento. Hace falta un gran purgante. Reclama tu libertad. Reclama tu libertad de amar. Recupera tu libertad de ser; y entonces la vida ya no será un problema. Será un misterio, será un éxtasis, será una bendición.
 Osho-Amor, Libertad, Soledad
Págs.66,73

1 comentario:

  1. Que texto tan interesante! Me ha ayudado a comprender ciertas cosas. Gracias por compartir

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