jueves, 27 de enero de 2011

ACERCA DE COMO IR DE LA MANO DEL EGO.......

Muchos conceptos se escuchan decir acerca del ego.  En general, la sabiduría popular apunta a combatirlo, a disminuirlo,  y en eso,  claro está, es el mismo ego de quien habla el que está interviniendo..
Otras veces, he escuchado alguna otra opinión, pero, ésta que transcribo debajo es una que sintoniza con mi sentir..  algo me dice "es por ahi"    No tengo mas para yo decir.  excepto gracias, por tanta claridad!

Nace un niño. Un niño nace sin conocimiento alguno, sin consciencia de sí mismo. Y, cuando un niño nace, lo primero de lo que toma consciencia no es de sí mismo. Lo primero de lo que toma consciencia es del otro.
Es natural, pues los ojos se abren hacia afuera, las manos tocan a los otros, los oídos escuchan a los otros, la lengua saborea los gustos y la nariz huele el afuera. Esto es lo que implica el nacimiento.


El nacimiento implica venir a este mundo, al mundo del afuera. Entonces, cuando un niño nace, es traído a este mundo. Abre los ojos y ve a otros. "Otro" hace referencia al "tú".
Toma consciencia, primero, de su mamá; luego, poco a poco, adquiere consciencia de su propio cuerpo. Eso también es el otro, también pertenece al mundo. Tiene hambre y siente el cuerpo; se satisface su necesidad y se olvida del cuerpo. Es así como va creciendo un niño.

Primero toma consciencia de ti, el tú, el otro, y luego, poco a poco, por oposición a ti, el tú, adquiere consciencia de sí mismo.

Esta consciencia es una consciencia refleja. No tiene consciencia de quién es. Sólo tiene consciencia de su mamá y de lo que ella piensa de él. Si le sonríe, lo quiere y dice que es hermoso, si lo abraza y lo besa, el niño se sentirá bien consigo mismo.
Ahora, ha nacido un ego.

A través del cariño, el amor, el cuidado, él siente que es valioso y significativo. Nace un centro. Pero es un centro reflejo; no es su verdadero ser. Él no sabe quién es; sólo sabe lo que los demás piensan de él.

Y esto es el ego: un reflejo de lo que los demás piensan. Si nadie piensa que él sirva, si nadie le da cariño, nadie le sonríe, entonces también nace un ego. Un ego enfermo: triste, rechazado, como una herida, sintiéndose inferior y sin ningún valor. Esto también es el ego. También es un reflejo.

Primero la madre (y la madre implica, al comienzo, el mundo entero); luego, otros se sumarán a la madre, y el mundo seguirá creciendo. Y, cuanto más crezca el mundo, más complejo se volverá el ego, porque se reflejan las opiniones de muchos otros.

El ego es un fenómeno acumulado, un subproducto de la vida con otros. Si un niño vive totalmente solo, nunca llegará a desarrollar su ego. Pero eso no sirve: seguiría siendo como un animal. Eso no quiere decir que llegaría a conocer el verdadero ser. No.

El verdadero sólo se puede llegar a conocer por medio del falso. Entonces, el ego debe estar, y hay que atravesarlo. Es una disciplina.
Sólo se puede llegar a conocer lo real a través de la ilusión. No puedes acceder a la verdad en forma directa: primero debes conocer aquello que no es verdad. Primero debes toparte con lo falso. A través de ese encuentro, te vuelves capaz de conocer la verdad. Si reconoces lo falso como falso, la verdad llegará a ti.

El ego es una necesidad. Es una necesidad social, es un subproducto social. "Sociedad" alude a todo lo que te rodea: no tú, sino todo lo que te rodea. Todo, excepto tú, es la sociedad, y todo el mundo refleja. Vas a la escuela y la maestra refleja quién eres. Te haces amigos de otros chicos y ellos reflejarán quién eres. Poco a poco, todo el mundo va sumando a tu ego, y todo el mundo trata de modificarlo de manera tal que no te transformes en un problema para la sociedad.
No es que les intereses; les interesa la sociedad. La sociedad se preocupa por sí misma, y así debe ser. No les interesa que tú accedas a conocer tu propio ser. Les interesa que te transformes en una pieza eficiente de la maquinaria de la sociedad. Debes encajar en el molde; por eso están tratando de proveerte de un ego que encaje con la sociedad.

Te enseñan moral: la moral implica proveerte de un ego que encaje con la sociedad. Si eres un inmoral, siempre serás un inadaptado, en un lugar o en otro.

… A la sociedad no le preocupa la moral. La moral sólo significa que tienes que encajar con la sociedad. Si la sociedad está en guerra, la moral cambia. Si en la sociedad reina la paz, hay una moral diferente.
La moral es una política social, es diplomacia. Y cada niño debe ser criado de manera tal que encaje en la sociedad; eso es todo, porque a la sociedad le interesa tener miembros eficientes. A la sociedad no le preocupa que adquieras un autoconocimiento.

La sociedad crea un ego porque éste puede ser controlado y manejado. Al ser mismo nunca se lo puede controlar ni manejar. Nadie ha sabido jamás de una sociedad que manejara el propio ser: no es posible.

Y un niño necesita un centro. Un niño carece absolutamente de consciencia de su propio centro. La sociedad le ofrece un centro y el niño, poco a poco, se convence de que ese es su centro: el ego que le ofrece la sociedad.

Un niño vuelve a su casa. Si ha sido el primero de la clase, toda la familia se pone contenta. Lo abrazan, lo besan, lo suben arriba de los hombros, bailan y le dicen que es un niño hermoso y que se sienten orgullosos de él. Le están ofreciendo un ego, un ego sutil. Y si el niño llega a la casa derrotado, sin éxito, habiendo fracasado, porque no pudo aprobar, o sólo se quedó sentado en el último banco, nadie lo valora y se siente rechazado. Hará lo mejor que pueda la próxima vez, pues su centro se siente debilitado.

El ego siempre está debilitado, siempre busca nutrirse, que alguien lo valore. Por eso, continuamente demandas atención.
 …
Me enteré de que Mulla Nasruddin y su esposa salían de un cóctel y Mulla dijo:
-Querida, ¿alguna vez te dijeron que eres fascinante, hermosa y maravillosa?
Su mujer se sintió muy, muy bien; estaba muy contenta.
Dijo: -No nunca nadie me lo dijo.
Nasruddin le respondió:
-Entonces, ¿de dónde sacaste esa idea?

Sacas la idea de lo que eres, de lo que te transmiten los demás. No es una experiencia directa; es de los otros de donde obtienes una noción de lo que eres. Dan forma a tu centro. Este centro es falso. Tú tienes tu verdadero centro, que no es asunto de los demás: nadie le da forma; ya naces con él, vienes con él al mundo.

Entonces, tienes dos centros: uno con el que naces, que te es dado por la existencia misma: es el propio ser. Y el otro centro, que crea la sociedad, es el ego; es algo falso. Y es una trampa muy grande: a través del ego, la sociedad te controla. Debes comportarte de cierta manera, porque sólo entonces la sociedad te apreciará. Debes caminar de cierta manera, debes reírte de cierta manera, debes tener ciertos modales, una moral, un código. Sólo entonces la sociedad te apreciará; y, si no, tu ego se debilita.
Y, cuando el ego está debilitado, no sabes dónde estás ni quién eres.

Los otros te han dado la noción. Esa noción es el ego. Trata de entenderlo tan profundamente como puedas, pues hay que deshacerse de ella. Y, si no te deshaces de ella, nunca podrás acceder al ser, porque estarás apegado al centro: no podrás acercarte al propio ser, ni verlo.                        

Y recuerda que habrá un período intermedio, un intervalo, en el cual el ego estará destrozado y no sabrás quién eres, no sabrás adónde te diriges. Y todas las fronteras se mezclarán. Estarás simplemente confundido, en un gran caos.

Por este caos, tendrás miedo de perder el ego. Pero así debe ser. Uno debe atravesar el caos antes de llegar al verdadero centro. Y, si eres audaz, este período será corto. Si tienes miedo y vuelves al ego una y otra vez, y nuevamente lo recuperas, puede ser muy, muy largo. Se pueden perder muchas vidas.


Aun el sentirte desgraciado te da un sentido de “soy”.  Al separarte de él, el miedo te sobrecoge, empiezas a sentir miedo de la oscuridad desconocida y del caos – porque la sociedad ha logrado hacer un claro en una pequeña parte de tu ser.
Es como entrar en un bosque espeso. Haces un claro, limpias un terreno, lo cercas, construyes una choza, un jardín un césped y estas contento. Mas allá de tu cerca – la selva, lo salvaje. Aquí todo está bien lo has planeado todo, así es como ha ocurrido.
La sociedad ha abierto un pequeño claro en tu conciencia. Ha limpiado solo una pequeña parte completamente, lo ha cercado. Todo está bien allí.
Esto es lo que tus universidades están haciendo. Toda la cultura y el condicionamiento son solo para hacer un claro en una parte, para que te puedas sentir en casa allí.
Y entonces te da miedo.
Más allá de la cerca hay peligro.
Más allá de la cerca, tu eres, tanto como dentro de la cerca, tu eres –y tu mente consciente es solo una parte, un decimo de todo tu ser. El noventa por ciento , en alguna parte, tu verdadero centro está escondido.

Uno debe ser osado,  valeroso.
Uno tiene que dar un paso hacia lo desconocido.
Por un momento, perderás todos los limites.

Por un tiempo te  sentirás confundido.
Durante un tiempo, te sentirás muy asustado y conmovido, como si hubiera habido un terremoto.
Pero, si tienes coraje y no te echas atrás, si no vuelves al ego y sigues hacia adelante, hay un centro oculto adentro de ti que has estado cargando durante varias vidas.
Es tu alma,  el propio ser.
Una vez que te acercas, todo cambia, todo se vuelve a acomodar. Pero este acomodamiento ya no lo lleva a cabo la sociedad. Ahora, todo se transforma en un cosmos, no en un caos; surge un nuevo orden. Pero ya no es el orden de la sociedad; es el orden de la existencia misma.
 Es lo que Buddha llama el Dharma, lao Tzu lo llama Tao, Heráclito lo llama Logos. No es un orden fabricado por el hombre. El  orden preciso de la misma existencia
Entonces, de repente, todo vuelve a ser hermoso; y, por primera vez, verdaderamente hermoso, porque las cosas creadas por el hombre no pueden ser hermosas. Cuanto mucho, puedes ocultar su fealdad; nada más. Puedes decorarlo, pero nunca pueden llegar a ser bello..


La diferencia es igual a la que existe entre una flor de verdad y una de plástico o de papel. El ego es una flor de plástico, muerta. Parece una flor, pero no lo es. En verdad, no se puede decir que sea una flor. Aun desde el punto de vista lingüístico, es incorrecto llamarla flor, pues una flor es algo que florece. Y este objeto de plástico es sólo una cosa y no algo que florezca. Está muerta; no tiene vida.
Tú tienes dentro un centro floreciente. Por eso los hindúes lo llaman flor de loto: porque florece. Hablan de la flor de loto de mil pétalos; "mil" significa infinitos pétalos. Y sigue floreciendo; nunca se detiene, nunca muere.


El ego tiene cierta característica: está muerto. Es algo plástico. Y es muy fácil obtenerlo, porque lo proveen los demás. No es necesario buscarlo, no implica búsqueda alguna. Por eso, salvo que te transformes en alguien que busca lo desconocido, no te transformarás en un individuo. Serás sólo una parte de la multitud, de una masa. Cuando no tienes un verdadero centro, ¿cómo puedes ser un individuo? El ego no es individual. Es un fenómeno social.
Y por eso eres tan desdichado. Con una vida plástica, ¿cómo podrías ser feliz? Con una vida falsa, ¿cómo podrías sentirte extático y dichoso? Y entonces este ego crea muchas desdichas, millones. No puedes verlas porque constituyen "tu propia oscuridad", y estás acostumbrado a ella.
¿Notaste alguna vez que a través del ego se cuela toda clase de desdicha? El ego no puede hacerte feliz; sólo puede hacerte desdichado. El ego es el infierno. Cada vez que sufras, trata de observar y analizar, y descubrirás que, en algún punto, el ego es la causa del sufrimiento. Y el ego encuentra siempre razones para sufrir.


Es así como existen las personas. Así es como se vuelven dependientes de los demás. Es una profunda esclavitud. El ego debe ser un esclavo: depende de otros. Y sólo quien no tenga ego será, por primera vez, amo, y dejará de ser esclavo.
Trata de comprender esto, y comienza a buscar el ego, no en los demás (que no son asunto tuyo) sino en ti mismo. Cuando te sientas desdichado, cierra inmediatamente los ojos e intenta descubrir de dónde viene esta infelicidad, y siempre te encontrarás con que el falso centro ha chocado con alguien. Esperabas algo y no sucedió. Esperabas algo y sucedió exactamente lo contrario: tu ego está destrozado, te sientes desdichado. Observa, siempre que estés triste,  trata de averiguar por qué.
Las causas no están fuera de ti. La causa fundamental está dentro de ti; pero siempre la buscas afuera, siempre te preguntas quién te está haciendo infeliz, quién es la causa de tu ira, quién es la causa de tu angustia. Y, si la buscas afuera, no la encontrarás. Sólo cierra los ojos y búscala siempre dentro. El origen de toda desdicha, de toda ira, de toda angustia, se esconde en ti: tu ego. Y, si encuentras el origen, será fácil ir más allá de él. Si descubres que es tu propio ego el que te genera problemas, querrás abandonarlo, porque nadie puede cargar con el origen del sufrimiento una vez que lo comprende.
Y recuerda que no hay necesidad de abandonar el ego. No puedes abandonado. Si tratas de abandonarlo, llegarás nuevamente a un ego sutil que dice haberse vuelto humilde.

No trates de ser humilde: eso es nuevamente ego; escondido, pero no muerto. No trates de ser humilde. Nadie puede tratar de ser humilde y nadie puede crear humildad a través de su propio esfuerzo; no. Cuando el ego ya no está, la humildad llega a ti. No es una creación; es la sombra del verdadero centro. Y un hombre realmente humilde no es ni humilde ni egoísta; es solamente simple. Ni siquiera tiene consciencia de ser humilde. Si tienes consciencia de ser humilde, el ego está allí.


Es difícil ver el propio ego. Es muy fácil ver el ego de los demás. Pero ese no es el punto. No puedes ayudarlos.

 Trata de ver tu propio ego. Sólo míralo.
No te apresures a abandonarlo; sólo obsérvalo. Cuanto más lo observes, más capaz te harás. De repente, un día, descubres que fue abandonado. Y, cuando cae por sí mismo, sólo entonces cae. No hay otra forma. Tú no puedes abandonarlo prematuramente. Cae igual que una hoja muerta: el árbol no hace nada; es sólo una brisa, una situación, y la hoja muerta; sencillamente, cae.

Cuando maduras a través de la comprensión, de la consciencia, y has sentido totalmente que el ego es la causa de todas tus desdichas, un día ves la hoja muerta simplemente cayendo. Se apoya sobre el suelo y muere a su propio ritmo. Tú no has hecho nada y no puedes adjudicarte el abandono. Tú sólo ves que ha desaparecido, y entonces surge el verdadero centro.

Y ese verdadero centro es el alma, el yo, Dios, la verdad, o como quieras llamarlo. No tiene nombre; así que todos los nombres vienen bien. Puedes ponerle cualquier nombre, a tu gusto.


OSHO, Mas allá de las fronteras de la mente

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