jueves, 6 de enero de 2011

CAMINAR CON LA PROPIA LUZ........



 
I
CAMINAR CON LA PROPIA LUZ

Un joven rabí se quejaba al rabí de Rizhyn, "Durante el tiempo que estoy dedicado a mis estudios, me siento vivo y tengo claridad, pero cuando dejo de estudiar, todo desaparece. ¿Qué puedo hacer?"
El rabí de Rizhyn replicó, "Esto es como cuando un hombre camina por el bosque en una noche oscura y durante un tiempo le acompaña otro hombre con una lámpara. Pero al llegar a un cruce de caminos se separan y el primero ha de tantear buscando su camino a solas. Pero si un hombre lleva consigo su propia luz, no tiene porque temer a oscuridad alguna".

Existen religiones como el hinduismo, el cristianismo, el budismo, el judaismo, y muchas más. Pero ésas son religiones, no "la religión". Son reflejos de la luna a través de muchas clases de mentes. No son la verdadera luna. La luna es una, pero puede reflejarse en miles de lagos. Sus reflejos difieren, pero lo que se refleja es uno.
La mente es un espejo. Cuando la religión es reflejada a través de la mente, nace el hinduismo, o el islamismo, o el judaismo. Cuando la religión no es un reflejo, cuando uno se encuentra cara a cara con la realidad sin interposición de ninguna clase de mente, cuando no hay mente alguna entre tú y la verdad, entonces nace "la religión".
El jasidismo es la religión, el sufismo es la religión, el zen es la religión. Difieren solamente en sus nombres; si no serían lo mismo. Su lenguaje es diferente, pero no su contenido. Todos han mirado a la luna, pero le dan nombres distintos. Es natural, obviamente, pero no han estado contemplando sus reflejos. No creen en credos, ideologías, escrituras, dogmas, doctrinas. Conocen la verdad y cuando conoces la verdad no hacen falta escrituras. Cuando no conoces la verdad llevas en tu cabeza las escrituras. Las teorías son substitutos; no tienen vida. La verdad siempre está viva, eternamente viva. No puede ser confinada en palabras; el mensaje no utiliza las palabras. Y no puedes dar con ella por medio de alguien, porque siempre que se utiliza un medio se convierte en un reflejo. Si tu propia mente crea un reflejo, ¿qué decir de las demás mentes a través de la cuales quieres conocerla?
Uno ha de establecer un contacto inmediato, directo, de corazón a corazón. Entre los dos no ha de haber nada: tu corazón y el corazón de la realidad. Han de responder en una profunda resonancia. Han de encontrarse y fundirse y mezclarse y no debe haber una cortina de palabras, de conocimientos, de conceptos. Solamente entonces sabes lo que es la religión.
El jasidismo es religión; el judaismo es sólo un reflejo. O puedes decir lo mismo con otras palabras: el judaismo es la periferia y el jasidismo es el centro, el auténtico centro, el alma viviente, el verdadero centro.
El budismo es la periferia; el zen es el centro. El islam es la periferia; el sufismo es el centro. Y el centro es uno y la periferia son millones. Desde un mismo centro puedes dibujar muchas circunferencias concéntricas. Puedes dibujar las que quieras; el centro sigue siendo uno.
Vamos ha hablar del jasidismo. Antes de penetrar en su espíritu han de hacerse algunas observaciones a modo de introducción. Siempre que surge el problema de cómo hablar de "la religión" aparecen dificultades porque todo lo que puedas decir al respecto siempre será inferior a la verdad. Todo lo que puedas decir será siempre sólo un reflejo. Puede indicarse; no puede explicarse. Puede señalarse, pero no se puede hablar de ello. De modo que ¿por dónde empezar? ¿Cómo indicarlo, cómo señalarlo?
Me gustaría empezar con la hermosa comedia de Samuel Beckett Esperando a Godot. Es absurda, tan absurda como la vida misma, pero el mismo absurdo de la vida, si es comprendido correctamente, se convierte en una indicación de algo importante y que está más allá.
Todo lo que está más allá de ti es importante. Y sólo lo trascendente es importante. Todo lo que trasciende la mente es importante. Esperando a Godot puede ser un buen comienzo para el jasidismo, el zen o el sufismo; una indicación muy indirecta. Porque decir algo directamente sobre algo tan íntimo, es violarlo. De modo que sé cauto; muévete lentamente. Es terreno sagrado.
Se alza el telón: dos vagabundos están sentados esperando a Godot. ¿Quién es ese Godot? Ellos no lo saben; nadie lo sabe.
Incluso una vez, cuando a Samuel Beckett se le preguntó "¿Quién es ese Godot?", contestó "Si lo hubiera sabido, lo habría dicho en la obra". Nadie lo sabe. Es un rasgo zen. La palabra Godot suena como Dios (*)
Es significativo. ¿Quién sabe quién es Dios? ¿Quién lo ha conocido alguna vez? ¿Quién puede afirmarlo? ¿Quién puede proclamar que lo conoce? Todo conocimiento es una estupidez y uno que proclame que sabe quién es Dios es simplemente estúpido. Godot suena como Dios, lo desconocido. Puede serlo todo, puede no ser nada. Todos están esperando a Godot.
Si no saben quién es Dios, ¿por qué están esperando? Porque si no esperas algo, caes en el vacío espiritual. Si no esperas que suceda algo has de enfrentarte a tu vacío interior, a la nada interior. Y asusta, es como la muerte. Para evitarlo, para escapar de él, uno proyecta un sueño en el futuro. De esta forma se crea el tiempo futuro. El futuro no forma parte del tiempo; es parte de la mente. El tiempo es siempre presente. Nunca es pasado ni futuro. Siempre es ahora. La mente crea el futuro porque entonces puede evitar el "ahora". Uno puede mirar hacia adelante a las nubes esperando algo y simulando que algo va a suceder. Y no sucede nada. Una de las verdades fundamentales de la vida humana es que nunca sucede nada. Parece que suceden millones de cosas, pero nunca sucede nada. Uno continúa esperando y esperando y esperando; esperando a Godot. ¿Quién es este Godot? Nadie lo sabe. Pero aun así uno ha de proyectar para evitar su propio vacío.
* N. del T.- En inglés Godot y God (Dios) tienen fonéticas similares.
Hay un dicho del jasidismo: el hombre es polvo y en polvo se convertirá. Polvo convertido en polvo. Y a mitad de camino, se toma un trago. Es verdaderamente bello: estando hecho de polvo, vuelve un día al polvo. Y mientras, se toma un trago. Esa bebida es el deseo, la proyección, la ambición, el futuro, la imaginación. Si no fuera así te darías cuenta de inmediato de que eres polvo y nada más que polvo. Esperando un futuro, aguardando un futuro, el polvo se rodea de un sueño. Así participa de la gloria del sueño, es iluminado por él. Gracias al sueño sientes que eres alguien. Y el soñar no cuesta nada; por eso sueñas. Los mendigos sueñan que son emperadores; no hay ninguna ley que se lo impida. Para evitar lo que se es, se proyecta el sueño del llegar a ser.
Esos dos vagabundos son la Humanidad personificada. El hombre es un vagabundo. ¿De dónde vienes? No lo sabes. ¿Adonde vas? No puedes responder a esto. ¿Dónde te encuentras ahora mismo, en este momento? A lo sumo puedes encogerte de hombros.
El hombre es un vagabundo, un nómada, sin un hogar en el pasado, ni un hogar en el futuro. Un vagabundo deambulando sin parar, continuamente. Beckett está en lo cierto: esos dos vagabundos son toda la Humanidad.
Pero para crear un sueño uno no es suficiente; hacen falta dos. Con uno no basta. Se necesita la colaboración del otro. Por eso los que quieren salirse de esos sueños tratan de permanecer solos; empiezan a guardar silencio. Meditan, se van a los Himalayas. Tratan de estar solos. Porque cuando estás solo es difícil. Poco a poco, una y otra vez, eres devuelto a tu realidad. No existen excusas, no hay disculpas; para eso se necesita al otro. Por eso cuando alguien se enamora, de repente, en su ser explosiona un sueño. El otro está ahí; ahora podéis soñar juntos y podéis ayudaros entre vosotros a evitaros a vosotros mismos. Por eso hay tanta necesidad de amor: es un requisito del sueño. Estando solo, es muy difícil soñar. Una y otra vez el sueño es destruido y eres devuelto al vacío, a la realidad dura y desnuda. Se necesita a un amante, alguien a quién mirar, alguien al que aferrarse, alguien con el que compartir, alguien con el que parchear los huecos, alguien que te sacará de ti mismo para que no tengas que encontrarte cara a cara con tu desnuda realidad.
Dos vagabundos están sentados. Se alza el telón. Están esperando a Godot. No se preguntan entre ellos, "¿Quién es ese Godot?", porque preguntarlo sería peligroso. Los dos saben en su interior que están esperando a alguien que no existe. Es peligroso, es arriesgado, preguntar quién es Godot. Plantear la pregunta resultará peligroso: el sueño será destrozado. Y al estar asustados, no preguntan. En todo momento evitan plantear una pregunta, "¿Quién es ese Godot?" Ésta es la pregunta fundamental que uno debería plantearse en el primer instante en que se es consciente. Estás esperando a Godot; ¡pregunta quién es Godot!
Pero lo evitan; hablan de muchas otras cosas. Dicen, "¿Cuando llegará? ¿Estás seguro de que esta vez será fiel a su promesa? Ayer nos engañó. Anteayer tampoco vino. Y tampoco hoy; el tiempo pasa y parece que no viene. Miran una y otra vez a la carretera; por la carretera no viene nadie. Pero nunca plantean la pregunta fundamental. Nunca preguntan, "¿Quién es ese Godot?" Nunca preguntan, "¿Cuándo te dijo que vendría? ¿Dónde has de verle? ¿Cómo sabes que existe?" No, nunca tocan estos temas.
Así vive la gente mundana, sin plantear nunca las preguntas básicas. Es arriesgado, absolutamente peligroso. Uno ha de ocultarlo. Uno ha de simular que conoce las preguntas fundamentales; continúa planteado preguntas secundarias. Recuerda: cuando alguien viene a mí nunca plantea una pregunta fundamental. Y si trato de devolverte a la fundamental, te asustas. Preguntas cosas fútiles que pueden ser contestadas, pero aunque lo sean no ganarás nada con ello porque no son básicas.
Es como si tu casa estuviera ardiendo y preguntaras: "¿Quién ha plantado esos árboles?" La pregunta puede parecer muy importante, puede ser contestada, pero ¿qué ganarás con ello? Pregunta lo fundamental. La casa está ardiendo; has de hacer algo. Pero nunca preguntan. Una y otra vez dicen, "De nuevo se está acabando el día y él no viene". Y se ayudan entre ellos: "Debe de estar por llegar; se habrá retrasado. Hay mil y un peligros, pero es un hombre en el que se puede confiar. Puedes fiarte de él". Y este "él" está simplemente vacío. Ha pasado otro día y no ha venido. Y se hartan y empiezan a gritar, "¡Ya está bien! ¡Ya es suficiente!" Quieren irse, no pueden esperar más, pero nunca se van.
Al día siguiente están ahí, sentados en el mismo lugar, esperando de nuevo a Godot. Y ayer habían decidido—lo habían decidido absolutamente—que se irían, que se había acabado. Uno no puede estar esperando toda la vida. "Si viene, perfecto. Si no viene, también perfecto". ¿Por qué no se van? Dicen una y otra vez que se van. El problema es, ¿adonde ir? Puedes irte, pero ¿adonde irás? Vayas adonde vayas estarás esperando a Godot. Cambiar de lugar no te servirá de nada.
Puedes venir a la India, puedes ir a Inglaterra, o a América, o puedes ir al Japón, pero ¿qué ganarás con ello? Estarás esperando a Godot. Japón, Inglaterra, la India; es lo mismo. El cambiar la geografía no sirve de nada. Por eso cuando la Humanidad se encuentra en un gran conflicto, los hombres se convierte en viajantes. Van de un país a otro. Siempre en marcha. Siempre yendo a alguna parte. Nunca llegan a ninguna parte, pero siempre están en marcha. En realidad no van a ninguna parte, solamente están escapando del lugar en el que se encuentran. Si están en América, se van a la India. Si están en la India, van al Japón. Si están en Japón, van a Nepal. ¡No van a ninguna parte! Simplemente tratan de escapar del lugar en el que se encuentran. Nada cambia, porque la geografía no tiene nada que ver.
En cierto modo, esos vagabundos son más auténticos, más honestos. Toman decisiones cuando están enfadados. Maldicen, perjuran y dicen, "¡Ya está bien! Mañana por la mañana no estaremos aquí, esperando a Godot. Nos iremos".
Y mañana, otra vez, el sol sale y ellos se encuentran en el mismo lugar, esperando. Y de nuevo, preguntando cuándo viene. Se han olvidado por completo de que la noche anterior habían decidido irse. Pero, ¿adonde ir? No hay ningún lugar al que ir; ésta es la segunda verdad fundamental respecto a la Humanidad.
En primer lugar, nunca sucede nada. Parece que las cosas suceden, pero tú sigues siendo el mismo. Mira en tu ser. ¿Ha sucedido algo ahí alguna vez? Eras un niño y tenías muchos sueños; luego te volviste un joven y seguías soñando. Luego te volviste un viejo y seguías aún soñando. Soñabas con las riquezas de este mundo; ahora puede que estés soñando con las riquezas del otro mundo. Pero ¿te ha sucedido nunca nada? Y no te asustes, porque si te asustas empezarás a plantear preguntas de segundo orden.
La religión es plantear la pregunta fundamental, la pregunta auténticamente fundamental. Y plantearla con valentía es muy importante porque al preguntar te estás acercando más al centro.
La segunda verdad: has estado yendo y yendo y yendo de un lugar a otro, de un estado de ánimo a otro, de un plano a otro, de un nivel a otro nivel. Y no llegas a ninguna parte. ¿Has llegado a alguna parte? ¿Puedes afirmar que has llegado a alguna parte? Siempre es una partida; nunca hay una llegada. Los trenes siempre están partiendo, los aviones siempre están partiendo, la gente siempre está preparada en sus salas de espera. Siempre partiendo; nunca llegando a ninguna parte. ¡Qué absurdo! Pero tú nunca planteas estas dos preguntas fundamentales.
Y entonces, automáticamente, surge la tercera: "¿Quién eres?" Porque lo verdaderamente importante no es preguntar quién es Godot. Tú lo has creado; tus dioses son tus creaciones. Olvídate de lo que dice la Biblia: que Dios creó al hombre a su propia imagen y semejanza. Es justo lo contrario: el hombre ha creado ha Dios a su propia imagen y semejanza. Éste es Godot. Ésta es tu creación. Es tu sueño. Sea como sea has de sentirte importante, algo: has creado al Dios de los cielos. Dios no ha creado al hombre, Dios no ha creado al mundo. Es el hombre el que lo ha ideado todo.
Una verdadera, una auténtica religión no pregunta quién es Dios. Pregunta, "¿Quién soy yo?" He de regresar a mi fuente original. Ahí y solamente ahí: la revelación. Jesús, Buda, o Baal Shem Tov, plantean las preguntas fundamentales.
Lo segundo que has de comprender respecto al plantear preguntas fundamentales es: las preguntas fundamentales no tienen respuestas. ¡La pregunta misma es la respuesta! Si preguntas con sinceridad, en la pregunta en sí se encuentra la respuesta. No es que preguntes: "¿Quién soy yo? ¿Quién soy yo? ¿Quién soy yo?..." y un día descubras que tú eres a, b, c, d,... No, nunca llegarás a este a, b, c, d. Poco a poco, cuanto más insistas, más profunda se hará la pregunta. Un día, de repente, la pregunta desaparecerá. Te encontrarás cara a cara con tu propio ser. Estás abierto a tu ser. La pregunta ha desaparecido y no hay respuesta.
Tómalo como criterio: si una pregunta tiene una respuesta, no es una pregunta fundamental. Si preguntando, la pregunta desaparece, entonces es fundamental. Y con su desaparición misma, llegas a casa y por primera vez algo sucede. Por primera vez no eres el mismo. Godot no ha llegado, pero ya no hay espera. No esperas; has llegado. Y una vez has llegado, la calidad de tu ser es completamente diferente. Entonces puedes celebrar.
¿Cómo vas a poder celebrar si no has llegado? Estás triste, te sientes desgraciado. ¿Cómo vas a danzar si la meta está tan lejana, tan distante que parece no haber ninguna posibilidad de que puedas alcanzarla? ¿Cómo vas a ser feliz? ¿Cómo vas a disfrutar? ¿Cómo podrá brotar la alegría en ti? Aún te interpones. La semilla es todavía una semilla y la flor está muy lejos. No, no es posible. Cuando la semilla se convierte en la flor, aparece la alegría, aparece el regocijo.
Una vez que comprendes quién eres, una vez eres capaz de penetrar en tu vacío sin asustarte, una vez aceptas tu muerte interior sin tratar de escapar mediante los sueños y las proyecciones, una vez que aceptas ser polvo que se convertirá en polvo y entre estos dos extremos solamente hay un inmenso vacío, has llegado a lo que Buda llama "Nirvana". ¡Y esto es a lo que los jasidas llaman "Dios"! No es tu Godot.
Los judíos siempre han insistido en que no se ha de pronunciar el nombre de Dios, porque una vez lo pronuncias, lo falseas. Es impronunciable, es inexpresable. Puedes guardarlo en tu corazón, pero no puedes expresarlo. Puedes convertirte en él, pero no puedes expresarlo. Y los judíos tienen toda la razón al sentirlo así. Dios no es un ser; es un fenómeno tan vasto y tan infinito que no hay palabra que pueda abarcarlo. Solamente un corazón infinito puede contenerlo. Solamente el infinito vacío interior puede contenerlo.
Cuando entres en tu interior sentirás que estás entrando en un espacio en el que te vas a perder, de la misma forma que una gota de agua se pierde al entrar en el océano. Te perderás: de eso es de lo que tienes miedo. Por eso temes a la muerte y empiezas a soñar en el futuro, proyectando. Penetrar en tu ser es siempre como la muerte. Es una crucifixión. Es una cruz. Pero si tienes el valor suficiente... Y los cobardes nunca se convierten en hombres religiosos. Solamente las muy escasas almas tremendamente valerosas que son capaces de asumir el riesgo de perderse, llegan. Has de pagar por ello, y ninguna otra cosa servirá. Para obtenerlo te has de perder a ti mismo.
Una vez estás dispuesto a penetrar en el vacío, de repente, el miedo desaparece. La misma energía se convierte en celebración. Eres capaz de bailar porque aquello que parece vacío era sólo una interpretación de la mente. No había tal vacío. ¡Estaba tan lleno que la mente no era capaz de interpretar esa plenitud!
La mente es impotente, la mente es negativa, la mente está vacía. Comprende el lenguaje del vacío. Si algo está totalmente lleno, la mente no puede comprenderlo. Es como cuando has estado viviendo en la oscuridad durante toda tu vida. De improviso te sacan a la luz del sol y tus ojos se ciegan. Es tremendamente cegador, la luz es excesiva. No puedes abrir tus ojos. Sólo ves oscuridad. Estando a la luz del sol, es como si estuvieras a oscuras. Hasta ahora has vivido en la mente. La mente significa futuro. "Mente" quiere decir "eso que no existe". "Mente" significa sueños, fantasías, ilusión, maya. "Mente" significa "un mundo mágico". Creas tu propio mundo y vives en él. Creas tus alucinaciones y vives en ellas. Tu cielo y tu infierno son mentales.
Una vez penetras en tu ser interior, la mente se ve incapaz de comprenderlo. Desconoce por completo el nuevo lenguaje, el nuevo territorio. Le es absolutamente desconocido. La mente no puede con ello. Simplemente se vacía; es demasiado para ella. La luz es tan brillante y deslumbrante que la mente se vacía y se queda en blanco. Entonces te asustas y escapas. Entonces creas un falso Dios, un Godot.
Un Godot es un falso Dios. Puede ser la riqueza, puede ser el prestigio y el poder, puede ser la política, puede ser el ego, puede ser un dios en el cielo. Pero todos son Godots. Tú los creas. No conoces lo auténtico. Al desconocerlo, creas a su alrededor tu propio sueño.
La auténtica religión es una indagación en lo que verdaderamente es. La falsa religión, inventa. La auténtica religión es un descubrimiento. La falsa religión es una invención. La mente inventa cosas. Y la mente es la barrera. Y una vez que la mente se pone a inventar, crea grandes filosofías: el cristianismo, el hinduismo, el judaismo. Todos los grandes místicos—jasidas, Maestros zen, sufíes—son rebeldes. Han de serlo. Un hombre religioso es un rebelde; no hay otro camino. La religión y la rebelión son las dos caras de la misma moneda.
Hay religiones de Godots—iglesias, templos, mezquitas—organizadas en torno a un credo, organizadas debido al miedo del hombre, organizadas debido a la huida de la mente por el miedo a su propio vacío. Las doctrinas, los dogmas, te hacen sentir lleno. Ésas son las barreras.
Un Jesús, un Buda, o un Baal Shem Tov, son necesariamente rebeldes. No les llamo revolucionarios; les llamo rebeldes. Y has de comprender bien la diferencia. Un revolucionario es aquél que desea cambiar la sociedad, que quiere cambiar el gobierno, que quiere cambiar las estructuras económicas, políticas, religiosas. Un revolucionario no es espiritual. No le preocupa cambiarse a sí mismo. Piensa que si los demás cambian, todo se arreglará. Un revolucionario vive en una ilusión. Todas las revoluciones han fracasado, han fracasado estrepitosamente. Y la revolución suprema no puede triunfar. Su actitud misma está completamente mal orientada: es un esfuerzo para cambiar al otro. A un hombre rebelde no le preocupa la estructura de la sociedad, del estado, del gobierno. No. Se ocupa de su propio ser. Es un individuo. Los revolucionarios fundan partidos. Un rebelde está solo; él es su propia revolución. Adonde quiera que vaya, su revolución va con él. Su mismo ser es un agente de transformación. Jesús, Buda, Zarathustra, son rebeldes. Han cambiado su propio ser; han llegado. Si puedes observarlos exteriormente descubrirás una serenidad, una calma, una sutil alegría, en la forma en que respiran, en la forma en que caminan. Podrás observarlos, podrás sentirlos, podrás escuchar el sonido que les envuelve, las sutiles ondas de su propia calma interior. Si te abres, te alcanzará. Ha ocurrido una rebelión; el estado de ser es completamente nuevo. Lo viejo ha muerto y lo nuevo ha nacido. Éste es el significado de la historia de la crucifixión y resurrección de Jesús. Es una metáfora. No trates de ver en ella algo real. Una vez interpretas una metáfora como historia, empiezas a hacer el tonto. Es una metáfora muy bella, muy poética. Cristo es crucificado y al tercer día resucita. Una nueva vida; el ahora inmortal, el ahora eterno.
Si vas hacia tu interior y te encuentras con el vacío interno, morirás. Y surgirá una brecha. Esos tres días son simbólicos. Son esa brecha... Durante esos días estarás muerto como Jesús en la cueva. Sencillamente se necesita un camino para que lo viejo pueda desaparecer por completo. Recuérdalo: completa, totalmente, no ha de quedar ni un sólo resto porque ese resto podría envenenar lo nuevo. Por eso es necesaria esa brecha, para que lo viejo desaparezca completamente y lo nuevo aparezca. No existe una continuidad entre ellos. No hay ninguna continuidad. Es una discontinuidad. Jesús, el hijo de María murió y a los tres días, resucitó el Cristo, el Hijo de Dios, lo nuevo.
Por lo general la religión es algo falso. ¡Cuidado con ella! Puedes seguir estudiando y mientras estudias te sientes bien. Mientras estudias puedes olvidarte de ti mismo. Puedes enredarte en sutiles teorías y puede que exista un cierto goce intelectual, una satisfacción intelectual. Puedes practicar rituales y sentirte algo intoxicado con ellos. Si repites un mantra continuamente te sentirás intoxicado. Está creando un determinado alcohol con el sonido. O puedes relacionarte con las drogas; entonces estás alterando tu química y durante un tiempo alcanzarás unas falsas alturas, unas alturas que no son verdaderas alturas, porque no habrás crecido para alcanzarlas. La química es la que te ha empujado.
Has de entender bien esto: se puede alterar la química corporal de muy diversas maneras. Puedes alterarla con drogas, con el LSD, la marihuana, y otras drogas. Puede alterarse con antiguos métodos aumentando la cantidad de oxígeno en el cuerpo. Si inhalas un exceso de oxígeno, alteras tu química corporal. Si ayunas, cambias tu química. Incluso poniéndote cabeza abajo puedes cambiar tu química porque de esta forma la sangre circula en mayor cantidad por el cerebro.
Puedes cambiar la química de muchas maneras. Las drogas son la más novedosa. Pero esos otros métodos también son drogas que alteran tu química. Puede que sean mejores que las drogas psicodélicas, pero siguen siendo lo mismo.
Con rituales, a través del estudio, de las creencias, mediante la auto-hipnosis, puedes alcanzar algunos falsos destellos, como si estuvieras profundamente dormido y en sueños vieras salir el sol. En un sueño, el sol no es real; todo es una alucinación. Cuando te despiertas, es noche cerrada.
Las falsas religiones, las iglesias, las organizaciones, están siempre suministrándote intoxicantes, drogas. Puede que estén en contra de las drogas modernas, pero no están en contra de las drogas. Siempre están a favor de lo viejo; para ellas lo viejo es siempre lo mejor.
Yo estoy en contra de todas las drogas, nuevas y antiguas. Incluso estoy en contra del Yoga porque también es una forma de alterar tu química corporal. ¿Qué hacer entonces?, porque a menos que te ocupes de tu propio crecimiento, está historia será falsa.
Te la leeré.

Un joven rabí se quejaba al rabí de Rizhyn, "Durante el tiempo que estoy dedicado a mis estudios, me siento vivo y tengo claridad, pero cuando dejo de estudiar, todo desaparece. ¿Qué puedo hacer?"

Es posible. Si estás escuchándome puede sucederte. Puede que a veces, escuchándome, te sientas vivo y estés claro porque incluso el escuchar altera la química corporal. Atendiendo a mi voz, al su ritmo, continuamente, estando atentamente alerta, tu química corporal es cambiada. Continúas mirándome; surge una sutil hipnosis. Sigues escuchándome; tus pensamientos se paran. Te sientes vivo. Tienes claridad. Pero no has de depender de ello y no lo consideres algo que hayas alcanzado.
Le pregunto a la gente, "¿Qué meditación es la que encaja más contigo?". Muchos me contestan, "El discurso de la mañana. Cuando te escuchamos por las mañanas, eso es la meditación más profunda". Pero eso es una clase de hipnosis. ¡Cuidado! Puede que esto le sucediera al joven rabí.

"...Durante el tiempo que estoy dedicado a mis estudios, me siento vivo y tengo claridad, pero cuando dejo de estudiar, todo desaparece. ¿Qué puedo hacer? "

Cuando dejas esta sala y estás sólo, ¿por cuanto tiempo seguirás en esa profunda meditación que sentías conmigo? Desaparecerá. Antes de que hayas llegado a la puerta, dejará de acompañarte. Y es bueno que desaparezca. Si no fuera así seguirías viviendo siempre una ficción. Es bueno que no puedas llevártela a casa, es bueno que no dependas de ella, porque si no, así como eres, la convertirías en un tesoro y te olvidarías de que no es algo que te hayas ganado.
A menos que la religión sea auténticamente tuya, no habrá sucedido. Y ésta es una de las cosas más importantes que has de recordar siempre porque la tendencia de toda mente es olvidar; es muy fácil y no cuesta nada.
Escuchándome, leyendo el Gita, o el Talmud, o la Biblia, eres sacado de tu mente. En ti empieza a funcionar un elemento exterior. Puede que eso del exterior sea Jesús, Buda, o yo, pero algo desde el exterior está tirando de ti. Una vez desaparece, eres devuelto a tu realidad. Y casi siempre ocurre que regresas a un lugar aún más profundo que antes.
Es como si vas por una carretera. La noche es oscura y un coche pasa por tu lado. Durante un instante, una fuerte luz, la luz de los faros del coche, te deslumbra. Luego, el coche sigue su camino. La oscuridad es incluso mayor que antes.
Escuchándome a mí, leyendo el Gita, el Corán, el Talmud, pasa un coche con unos potentes faros. Por un instante quedas deslumbrado; sales de la vasta noche oscura que te rodea. Pero cuando el coche ha pasado, cuando el Buda se ha ido, cuando Jesús se ha ido, de repente, te encuentras en una noche aún más oscura que antes.
Por cierto, me gustaría que supieras que en la India es donde han surgido la mayor cantidad de místicos. Por eso la India se encuentra sumida en tanta oscuridad. ¡Tanta gente que ha deslumbrado la mente! Un Buda, un Mahavira, un Krishna, miles de ellos; una gran procesión, una y otra vez. Y han hipnotizado a la gente, la han encantado. Y cuando desaparecieron, la gente cayó en una noche aún más oscura que antes.
Observa la mente india; no encontrarás nada más podrido en el mundo. Completamente podrida hasta sus raíces. Y la razón es ésta: un exceso de luz sin suficiente capacidad para absorberla. Porque la capacidad de absorber la luz solamente surge cuando has crecido. No mires al sol; puedes quemar tu retina. Uno ha de aprender, y por "aprender" quiero decir que has llegar a ser capaz de soportarlo. Los ojos han de reforzarse más y más y más y entonces podrás mirar al sol y eso te ayudará. Puede resultar una ayuda tremenda.
Ahora incluso los científicos están de acuerdo en que el centro del tercer ojo...—le dan sus propios nombres científicos: glándula pineal, o algo así; no importa—se alimenta de luz. Si observas una lámpara, una llama, tu tercer ojo empieza a funcionar. Se alimenta de luz. Por eso es difícil dormir de día, porque hay luz y el tercer ojo está funcionando y vibrando. Por eso es difícil dormir por la noche cuando hay una luz encendida. Te gusta estar a oscuras porque si no el tercer ojo sigue funcionando y la función del tercer ojo es la consciencia. De ahí derivan los métodos hindúes del tratak, la observación de una llama. Si miras una llama durante mucho tiempo, durante unos meses una hora al día, tu tercer ojo empezará a funcionar perfectamente. Te volverás más consciente, estarás más lleno de luz.
Cuando me estás mirando, de repente surge una lucecita en tu interior. Me escuchas, estás atento. Cuando prestas atención tu tercer ojo se enfoca. Me miras, me observas, o lees un libro... no un libro corriente, sino un libro nacido de alguien que ha Llegado: una Torah. Miles de años han pasado, pero si el hombre que pronunció esas palabras o escribió esas líneas había llegado... todavía persiste una cierta vibración. Pones atención, tienes claridad y siempre que te sientes claro te sientes vivo. Has de acordarte de esta combinación. Siempre que estás muerto te sientes a oscuras. Siempre que estás vivo te sientes con luz.
Hay un dicho de Jesús: "Ven y sígueme. Mi carga es light”. Generalmente los cristianos lo han interpretado como: "Mi carga no es pesada", pero no es esto. Cuando Jesús dice "Mi carga es light”, quiere decir simplemente "luz". No quiere decir que no sea pesada. "Ven y sígueme. Mi carga es la luz". Ésa es la única carga que transporto: la luz. (*). Y la luz no pesa. Ese es el significado secundario: no es pesada. La luz es ligera. Es lo más ligero del mundo, lo más inmaterial. Y siempre que sientes tu luz interior, de inmediato sientes una explosión de energía vital.
El joven rabí dijo,

"Durante el tiempo que estoy dedicado a mis estudios, me siento vivo y tengo claridad, pero cuando dejo de estudiar, todo desaparece. ¿Qué puedo hacer?"
El rabí de Rizhyn replicó, "Esto es como cuando un hombre camina por el bosque en una noche oscura y durante un tiempo le acompaña otro hombre con una lámpara. Pero al llegar a un cruce de caminos se separan y el primero ha de tantear buscando su camino a solas. Pero si un hombre lleva consigo su propia luz, no tiene porque temer a oscuridad alguna".

Te encuentro por el camino. Yo tengo una luz. De repente dejas de estar en la oscuridad. Pero la luz es mía y pronto nos separaremos porque tu camino es tu camino y el mío es el mío. Y todo ser humano tiene un camino individual para alcanzar su destino. Durante un tiempo te olvidas de la oscuridad. Mi luz alumbra para mí y para ti, pero pronto llega el momento en que nos hemos de separar. Yo sigo mi camino, tú sigues el tuyo. Entonces tendrás que andar a tientas en la oscuridad y la oscuridad será más espesa que antes.
No dependas pues de la luz de otro. Es mejor incluso que andes a tientas en la oscuridad, pero que la oscuridad sea la tuya. La luz de otro no es conveniente; tu propia oscuridad es mejor incluso. Al menos es uno mismo, al menos es tu realidad. Y si vives en tu propia oscuridad, la oscuridad se irá haciendo más y más clara. Serás capaz de dar unos pasos. Aprenderás el arte; no te caerás.
Los ciegos no se caen. Trata de andar con los ojos cerrados; te será difícil. No podrás andar ni siquiera unos cuentos metros, pero el ciego es capaz de recorrer todo el camino. La ceguera es la suya. Con los ojos cerrados vives una ceguera prestada, no es tuya. Incluso la propia oscuridad es mejor. Los errores propios son mejores que las virtudes de los demás. Recuérdalo, porque la mente siempre trata de imitar, de vivir de prestado. Pero lo que posee una importancia no puede ser prestado, no. No puedes entrar en el reino de Dios con dinero prestado; no se puede. No puedes sobornar a los guardias porque no hay guardias y no puedes entrar por la puerta del ladrón porque no hay puertas. Has de caminar y al caminar crearás tu camino. No se encuentran caminos prefabricados. Por eso las falsas religiones continúan predicando a
* N. del T.- Juego de palabras en inglés en el original entre dos acepciones de light: ligero y luz.
la gente: "Venid. Aquí hay una súper autopista. Sé un cristiano y deja de preocuparte. Nosotros llevaremos tu carga y entonces nosotros seremos los responsables".
Jesús dice, "Sé tú mismo". El Papa del Vaticano dice, "Sigue al cristianismo". Todo el cristianismo está en contra de Cristo,» todas las iglesias están en contra de la religión. Son las ciudadelas de la anti-religión y del anti-Cristo porque los que han llegado han recalcado que has de ser tú mismo. No hay otro camino para ser. Todo lo demás es deshonesto, falso, insincero, imitativo, repugnante. La única belleza posible es ser tú mismo. Ser tú mismo de una forma tan pura y tan inocente que nada del exterior pueda entrar en ti. Camina en tu propia oscuridad, porque al caminar, al ir a tientas, poco a poco, irás encontrando tu propia luz. Cuando tienes tu propia oscuridad, tu luz no se encuentra muy lejos. Cuando la noche es oscura, la mañana está cerca, casi llegando.
Una vez dependes de una luz prestada, estás perdido. La oscuridad nunca será tan peligrosa como la luz prestada. El saber está bien, pero el conocimiento no. El saber es tuyo; el conocimiento es de los demás.

"Esto es como cuando un hombre camina por el bosque en una noche oscura y durante un tiempo le acompaña otro hombre con una lámpara. Pero al llegar a un cruce de caminos se separan y el primero ha de tantear buscando su camino a solas. Pero si un hombre lleva consigo su propia luz, no tiene porque temer oscuridad alguna".

Buda se estaba muriendo. Había estado caminando durante cuarenta años con una luz y miles le habían seguido. Ahora se estaba muriendo. Un día por la mañana dijo, "Éste es mi último día. Si tenéis algo que preguntar, preguntad". El momento había llegado, la encrucijada estaba allí. Ahora seguiría su propio camino. De repente una infinita oscuridad rodeó a los que allí estaban. Ananda, el principal discípulo de Buda, empezó a llorar como un niño, casi enloquecido, con su corazón latiendo fuerte y las lágrimas cayéndole. Buda le dijo, "¿Qué haces Ananda?" Ananda le dijo, "¿Qué vamos a hacer ahora? Estabas aquí, seguíamos tu luz. Estábamos a salvo y nos sentíamos seguros. Habíamos olvidado por completo que existía la oscuridad. Siguiéndote, todo estaba claro. Cuarenta años y ahora nos dejas. Y nos dejas en una oscuridad completa. Estábamos mejor antes de encontrarte porque como mínimo estábamos sintonizados con la oscuridad. Ahora, incluso esa sintonía se ha perdido. ¡No nos dejes en la oscuridad! Mientras estuviste con nosotros no alcanzamos la Iluminación, ahora ¿qué sucederá cuando te hayas ido? Estaremos perdidos para siempre". Y empezó a sollozar y gemir de nuevo.
Buda le dijo, "Escucha. Durante cuarenta años has caminado con mi luz y no has podido alcanzar tu propia luz. ¿Crees que si vivo durante cuarenta años más alcanzarás tu propia luz? Ni aunque fueran cuatro mil o cuatro millones de años. Cuanto más te acostumbras a caminar con una luz prestada, más imitativo te vuelves, más te pierdes. Es mejor que me vaya".
Las últimas palabras en los labios de Buda fueron, "Sé una luz en ti mismo". Murió diciendo, "Sé una luz en ti mismo—appo dipo bhava.
La historia es hermosa. Al día siguiente, Ananda se Iluminó. Durante cuarenta años no había podido Iluminarse y sentía un amor tremendo por Buda; casi se había convertido en su sombra y aún así no lo había conseguido. La luz era prestada; había confiado demasiado en ella. Y como era tan bello y estaba a su alcance sin esfuerzo alguno, ¿por qué preocuparse de otras cosas? Y en las veinticuatro horas siguientes, se Iluminó. ¿Qué fue lo que ocurrió?
Veinticuatro horas de llorar profundamente y de encarar la oscuridad y la realidad de la propia incapacidad. Esas veinticuatro horas debieron ser para él larguísimas. Fue el período de oscuridad: con mucho dolor, con una tremenda angustia y agonía. Atravesó ese infierno. Se dice que durante veinticuatro horas estuvo tendido bajo un árbol como si estuviera muerto, con su cuerpo presa de un incesante temblor, derramando lágrimas sin cesar. La gente pensó que se había vuelto loco o que no sería capaz de sobrevivir sin Buda. Pero al cabo de las veinticuatro horas era un hombre completamente diferente. Abrió sus ojos y la gente no podía creerlo: esos ojos poseían la misma cualidad que los ojos de Buda. Su cuerpo poseía la misma belleza, la misma fragancia. Caminaba como Buda. Había alcanzado su propia luz.

El rabí de Rizhyn replicó,"... Pero si un hombre lleva consigo su propia luz, no tiene porque temer a oscuridad alguna".

No es necesario que el mundo esté completamente iluminado para que camines, solamente tu propio corazón. Una pequeña llama bastará porque será suficiente para iluminar tu camino y que puedas caminar. Nadie da más de un paso cada vez. Una pequeña llama en el corazón de la consciencia, de la plena atención, dhyana, de la meditación. Una pequeña llama y es suficiente. Alumbrará un poco tu camino. Entonces caminarás y de nuevo la luz alumbrará un poco más adelante.
Dice Lao Tse, "Dando cada vez un paso uno puede caminar miles de kilómetros". Y Dios no está tan lejos.
Godot está muy lejos. Nunca le alcanzarás. Tendrás que esperar y esperar y esperar. Es una espera. Godot es una espera, infinita, porque es pura imaginación. No existe, es como el horizonte. Parece que a sólo unos kilómetros de distancia el cielo se encuentra con la tierra. Tú piensas, "Un viaje de unas cuantas horas y llegaré al horizonte". Nunca llegarás. La tierra nunca se encuentra en ninguna parte con el cielo. Puedes dar la vuelta a la Tierra una y otra vez, puedes recorrer su circunferencia millones de veces. Nunca llegarás al horizonte. Y siempre está allí, delante de ti, esperándote.
Godot es un horizonte; es una espera. Colma tu vacío; te engaña. Ése es el único engaño. Pero Dios no está tan lejos. ¡Dios está exactamente donde tú estás ahora!
En los Upanishads hay una cita, "Dios está lejos y también está cerca". Si tuviera que traducirlo diría, "Godot está lejos. Dios siempre está cerca". Está aquí-ahora. ¿Quién te envuelve ahora mismo? ¿Quién late en tu interior en este mismo instante? ¿Quién te está hablando en este mismo momento? ¿Quién le está escuchando?
Dios es vida, Dios es la energía oceánica. Allí es un árbol y una flor, allá es una corriente y una canción, ahí es un pájaro y acá una roca, ahí es tú y aquí soy yo.
A William Blake le preguntaron una vez, "¿Quién es Dios?" Contestó, "Jesús, tú y yo".
Todo es Dios. Dios es simplemente un nombre para todo. No está sentado por ahí como el director supremo o algo así. Dios lo es todo. Tú estás en Él. Él está en ti. Dios está cerca. Solamente se necesita una pequeña llama, una pequeña luz interior. Entonces, por primera vez, vives. Si no, simplemente deseas; nunca vives. Si no, simplemente esperas vivir algún día, en algún lugar, cuando llegue Godot.
Vivir solamente es posible en este momento porque no existe otro momento. Y cuando digo esto, no empieces a pensar en ello, porque el pensar es un proceso y te lleva al futuro. Escúchame y compréndelo. No es cuestión de pensar. No estoy hablando de ninguna hipótesis, simplemente estoy contándote una realidad, no te estoy dando una doctrina. Solamente estoy indicando lo que hay. No has de pensar en ello. Puedes escucharme y si me has escuchado correctamente, con atención, te darás cuenta de inmediato.
Te perderás una y otra vez porque esta es mi luz, pero una vez te das cuenta de que existe esa luz, entonces descubres que tu luz es también posible. Si le ha sucedido a este hombre, ¿por qué no ha de sucederme a mí? Mis huesos son como los tuyos, mi sangre es como la tuya, mi carne es como la tuya. Soy polvo como tú. Y este polvo se convertirá en polvo de la misma forma que lo hará el tuyo. Si algo del más allá ha sido posible en este hombre, entonces puedes tener confianza. No tienes por qué dudar. También tú puedes dar el salto. Estando conmigo en estos días, mientras estés conmigo, trataré de caminar contigo con mi luz.
Recuerda, complácete en ella, pero no dependas de ella. Lee la Torah, lee la Biblia, disfruta. Son realmente hermosos, pero no dependas de ellos. Disfruta de modo que tu propia urgencia, tu propio deseo, alcance una intensidad, una necesidad, de llegar, de llegar donde ya estás. No es ir a ninguna parte; es quedarte donde estás.
La religión no es una meta; es una revelación. La religión no es un deseo; es una realidad. Solamente necesitas girarte un poco. Y yo te digo, "Sólo un poquito" y todo se hace posible. La vida es entonces posible. Si no vivirás vacío y esperando. No seas como los vagabundos de la comedia de Samuel Beckett, Esperando a Godot. Ya has esperado demasiado. ¡Deja de esperar! ¡Empieza a vivir! ¿Por qué esperar? ¿A quién esperas? ¿Quién es ese Godot?
En este mismo instante la Existencia se encuentra en ti. En este mismo instante todo lo que existe en la Existencia culmina en ti. En este instante eres un crescendo. Abandónate a él. Si puedes comprender que tú eres la meta, entonces resultará muy sencillo entender esta pequeña anécdota, muy significativa y penetrante. Tú eres la meta, tú eres el camino, tú eres la luz, tú eres el Todo. Esto es lo que quiero decir cuando digo, "Eres santo".
Si has venido a mí, recuerda, deja que me convierta en tu impulso, en tu impulso para que llegues a ti mismo. Permítemelo y ayúdame para que pueda devolverte a tu propio ser interior. Éste es el significado de "Maestro". Un Maestro te ayuda a ser tú mismo.
No tengo modelos que imponerte, ni valores, ni moralidad alguna. Solamente puedo ofrecerte la libertad para que así puedas florecer y te conviertas en un loto, en una luz y una vida eterna.
Osho-El Verdadero Sabio Cap. 1

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